„No puede ser que estemos aquí para no poder ser“
Julio Cortázar
Hay
todo tipo de amores. Este que tú y yo tenemos es el más extraño de
los muchos que yo conozco. No sé cómo es que todavía llamamos a
esto amor, si hace muchos años no nos vemos ni hablamos. Tú vas
por tu vida y yo por la mía. Nos comunicamos en silencio. Diría que
de memoria. Se podría decir que nos queremos por costumbre. A cierta
hora piensas en mí y a otra yo pienso en ti. El resto del tiempo nos
dedicamos a nuestros quehaceres. Eso es todo. No es mucho, es más
bien poco. Muy poco en realidad.
Este
amor es como esa hoja que en el invierno todavía se aferra a una de
las muchas ramas de un árbol y que no se decide a caer, porque
piensa que sí cae, el árbol no podrá seguir viviendo. Es que tú y
yo fuimos tan felices el uno con el otro es lo que el recuerdo nos
dice cuando estamos decididos a dar el portazo final y salir de esa
casa embrujada donde nuestro amor sobrevive a la distancia y al
silencio que hay entre tu realidad y la mía.
Aunque
no lo creas me asomo cada cierto tiempo al jardín a mirar nuestro
árbol y cerciorarme de que todavía sigue la hoja esperando el
milagro de una imposible primavera. En tus sueños y en los míos es
posible que resista las tormentas del frío invierno. En sueños casi
todo es posible, salvo la realidad.
Sueñas
que te sueño y yo sueño que me sueñas. Esos sueños forman
delgados hilos de tela de araña que enredan en nuestra memoria al
olvido. El recuerdo del amor se devora cada cierto tiempo el olvido
que ha ido creciendo entre tu vida y la mía.
Es
único nuestro amor, porque sólo en sueños es realidad.
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