lunes, 31 de diciembre de 2018

Cuento con un posible final perfecto



Es treinta y uno de diciembre. Llueve. Las últimas horas de este año caen sobre la ciudad y en silencio desaparecen. El cielo está nublado y la gente se recoge con sus tristezas y alegrías en sus casas. 

En mí hay optimismo por el mañana. Pues cada año que comienza puede ser una segunda oportunidad. Difícil que algo cambie, pero en mí, siempre por esta época, hay un atisbo de esperanza que me dice que la magia existe, que todo es posible. 

Así que hoy a medianoche, exactamente a medianoche, te preguntaré si quieres que nos veamos, que volvamos a reír y a charlar. Quizá, para al fin ser felices.