miércoles, 27 de febrero de 2013

La última carta



Amor mío,

El viaje más maravilloso de mi vida lo hice por tu geografía. Nuestras caricias fueron eternas mientras cruzaban la piel. Nuestros cuerpos enamorados descubrieron tantos cielos y nunca volaron tan alto como en ese viaje. Y al final ese momento irrepetible en que atardecí en tu mirada para siempre...

Ahora que lo pienso, mientras no cesa de caer la nieve fría de enero, sé que de ese viaje nunca regresaré.


domingo, 24 de febrero de 2013

Fin de semana bajo la nieve








Hay dos tipos de hombres —dijo Ka con tono pedagógico—. Los primeros, antes de enamorarse, tienen que saber cómo la mujer se come un bocadillo, cómo se peina, qué tonterías le preocupan, por qué se enfada con su padre y todas las historias y leyendas que se cuentan sobre ella. Los segundos, y yo soy de ésos, necesitan saber muy poco para poder enamorarse.“

Nieve de Orhan Pamuk



Me gusta la nieve. Lleva varios días nevando. Una nevada silenciosa, tranquila y continua. Todo se ha ido blanqueando de nieve y frío. La ciudad parece una estampa de navidad.

He salido en la noche a caminar. No soporto estar todo el día encerrado en casa. Necesito que el aire me de en la cara, respirar profundo, ser nada en medio de todo. Me gusta caminar mientras sueño esos mundos que quisiera que fueran mi realidad. O quizá, no, pero que me produce placer imaginarlos.

Bajo la luz de las bombillas del alumbrado se ve cómo cae la nieve. Aunque más que caer, la nieve vuela, revolotea, se esconde, se desmaya y desaparece por momentos antes de llegar al suelo. La nieve se posa en los jardines, en los árboles se acuesta sobre las ramas a descansar, se acomoda sobre los carros convirtiéndolos en esculturas de hielo, se queda sobre los andenes donde quedan marcadas las huellas de los pocos que se atreven a salir y se echa a esperar la mañana sobre los techos. La nieve transforma la ciudad en un cuento, en otra historia.

Disfruto la nieve y el aire frío y fresco de este febrero invernal. Aunque más de media hora afuera no es para mí. Así que regreso pisando la nieve que aún no ha sido quitada.. El apartamento está calientico. Rico. Acogedor. Mi esposa y mi hija han preparado comida mejicana. ¡Qué delicia! Han encendido velas en el comedor. Estamos los cuatro como muchos fines de semana. Nuestras cenas son una excusa para charlar sobre todo tipo de temas. Hoy discutimos sobre ese afecto crítico que sentimos por Alemania, país que hoy es nuestro hogar.

Después de hacer la sobremesa y reírnos un rato más con la imitación de mi hijo de los dialectos alemanes, cada uno vuelve a lo suyo.

Me recuesto en mi silla de soñar y comienzo a leer un nuevo libro mientras pienso que si es febrero y ya es tarde en la noche y no para de nevar; si estoy leyendo una novela sobre un poeta, exiliado en Alemania, pobre y triste, que llega enviado por un periódico a un pueblo perdido, Kars, en la frontera de Turquía con Armenia y no para de nevar; si habla de amor, de cómo nos entendemos a nosotros mismos, de las contradicciones políticas, culturales y religiosas de Turquía y yo amo a Turquía; si la novela se llama Nieve y su autor es el gran Orhan Pamuk, entonces no me cambio por nadie, porque es lo más parecido a la felicidad.

Me ronda en la mente esta frase de Orhan Pamuk sobre el amor „El amor es la poesía de la tristeza“.

lunes, 18 de febrero de 2013

Como la muerte






"Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza."

Piedad Bonnett


Es como la muerte  separarse de alguien a quien uno ama.

De repente está uno frente a un tiempo vacío que antes llenaba la otra persona. Ahora sólo queda el recuerdo para aferrarse a algo que no lo mate del todo. Un recuerdo avasallador que lo persigue a uno adonde vaya. También están en medio de nuestra vida todas las cosas, instantes, palabras y lugares compartidos. Ellos siguen con uno en el diario vivir. Se atraviesan todo el tiempo, nos acompañan y hasta duermen con uno.

La vida se vuelve una lucha para evitar la presencia de la otra persona. Y la pelea contra los sentimientos que siguen ahí esperando en vano.

Uno se divide entre el todopoderoso yo que era con la otra persona y este nuevo, pequeño y vulnerable yo que trata de seguir adelante sin mirar atrás.

Uno trata de negar a ese uno que hasta ayer era para sobrevivir, para no morir a cada instante, para que no se le escurran las lágrimas delante de los otros.

Y así, sin la esperanza y los sueños de ayer, se levanta uno todos los días y le sonríe a la vida, mientras por dentro se muere.

Y se muere por entender por qué uno y no otro, por qué quería más al otro que a uno.

Y así se muere uno todos los días.

Un viaje a Mainz








Esta tarde, al llegar a la estación de Mainz, voy a ir directo a la floristería de la planta baja a comprar tulipanes amarillos y naranjas para llevarle a mi hija. Ella sale de trabajar de la universidad hacía las cinco de la tarde. Aunque el semestre ya terminó, ella tiene que trabajar. Aprovecha el tiempo para preparar los cursos del semestre entrante. Nos encontramos en su apartamento, que es pequeño, moderno y acogedor. Después saldremos a cenar a un restaurante thai de la Agustinerstrasse, que nos gusta mucho. Ya hemos ido varias veces y preparan el arroz chino más rico que nos hayamos comido. Nos encanta estar, charlar, caminar, hacer compras y disfrutar del tiempo juntos. Con ella la vida es una fiesta de las cosas sencillas, de los gestos y del afecto.

Me gusta el comienzo de La Señora Dalloway, la cuarta novela de Virginia Woolf, que ahora estoy releyendo en el balcón del apartamento mientras espero que mi esposa se despierte:
La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la playa.

¡Qué fiesta! ¡Qué aventura! Siempre tuvo esta impresión cuando, con un leve gemido de las bisagras, que ahora le pareció oír, abría de par en par el balcón, en Bourton, y salía al aire libre. ¡Qué fresco, qué calmo, más silencioso que éste, desde luego, era el aire a primera hora de la mañana. . .! como el golpe de una ola; como el beso de una ola; fresco y penetrante, y sin embargo (para una muchacha de dieciocho años, que eran los que entonces contaba) solemne, con la sensación que la embargaba mientras estaba en pie ante
el balcón abierto, de que algo horroroso estaba a punto de ocurrir; mirando las flores mirando los árboles con el humo que sinuoso surgía de ellos, y las cornejas alzándose y descendiendo; y lo contempló, en pie, hasta que Peter Walsh dijo: “¿Meditando entre vegetales?”—¿fue eso?—, “Prefiero los hombres a las coliflores”—¿fue eso?“

Mi esposa se ha levantado. Voy a acompañarla a desayunar. En las mañanas desayunamos en la cocina mientras oímos el radio. Lo del radio es una costumbre de mi esposa que desde que la conozco oye radio en las mañanas.
Mientras ella desayuna y se concentra en las noticias alemanas de la ciudad y del país, a mí me gusta verla, observar sus movimientos y gestos tan familiares y hundirme en sus ojos grandes y azules a soñarla. Acariciarle la mano con ternura. Sentarme sólo a mirarla como si fuera la primera vez.

sábado, 16 de febrero de 2013

Ted Hughes, un poeta inglés.













"Lo que en verdad queda de mí 
es justamente eso: mi ausencia".

Ted Hughes



"Most writers of verse have several different personalities. The ideal is to find a style or a method that includes them all."


"What happens in the heart simply happens."





Bride and Groom Lie Hidden for Three Days 

"She gives him his eyes, she found them
Among some rubble, among some beetles

He gives her her skin
He just seemed to pull it down out of the air and lay it over her
She weeps with fearfulness and astonishment

She has found his hands for him, and fitted them freshly at the wrists
They are amazed at themselves, they go feeling all over her

He has assembled her spine, he cleaned each piece carefully
And sets them in perfect order
A superhuman puzzle but he is inspired
She leans back twisting this way and that, using it and laughing
Incredulous

Now she has brought his feet, she is connecting them
So that his whole body lights up

And he has fashioned her new hips
With all fittings complete and with newly wound coils, all shiningly oiled
He is polishing every part, he himself can hardly believe it

They keep taking each other to the sun, they find they can easily
To test each new thing at each new step

And now she smoothes over him the plates of his skull
So that the joints are invisible

And now he connects her throat, her breasts and the pit of her stomach
With a single wire

She gives him his teeth, tying the the roots to the centrepin of his body

He sets the little circlets on her fingertips

She stiches his body here and there with steely purple silk

He oils the delicate cogs of her mouth

She inlays with deep cut scrolls the nape of his neck

He sinks into place the inside of her thighs

So, gasping with joy, with cries of wonderment
Like two gods of mud
Sprawling in the dirt, but with infinite care
They bring each other to perfection."

Ted Hughes




Lovesong

"He loved her and she loved him
His kisses sucked out her whole past and future or tried to
He had no other appetite
She bit him she gnawed him she sucked
She wanted him complete inside her
Safe and Sure forever and ever
Their little cries fluttered into the curtains

Her eyes wanted nothing to get away
Her looks nailed down his hands his wrists his elbows
He gripped her hard so that life
Should not drag her from that moment
He wanted all future to cease
He wanted to topple with his arms round her
Or everlasting or whatever there was
Her embrace was an immense press
To print him into her bones
His smiles were the garrets of a fairy place
Where the real world would never come
Her smiles were spider bites
So he would lie still till she felt hungry
His word were occupying armies
Her laughs were an assasin's attempts
His looks were bullets daggers of revenge
Her glances were ghosts in the corner with horrible secrets
His whispers were whips and jackboots
Her kisses were lawyers steadily writing
His caresses were the last hooks of a castaway 
Her love-tricks were the grinding of locks
And their deep cries crawled over the floors
Like an animal dragging a great trap
His promises were the surgeon's gag
Her promises took the top off his skull
She would get a brooch made of it
His vows pulled out all her sinews 
He showed her how to make a love-knot
At the back of her secret drawer
Their screams stuck in the wall
Their heads fell apart into sleep like the two halves
Of a lopped melon, but love is hard to stop

In their entwined sleep they exchanged arms and legs
In their dreams their brains took each other hostage

In the morning they wore each other's face"

Ted Hughes




En 1951, Hughes estudió Inglés inicialmente en el Colegio Pembroke bajo M. J. C. Hodhart, una autoridad en la métrica de baladas. Hughes se sintió alentado y apoyado por la supervisión de Hodhart, pero asistió a pocas lecciones y no escribió más poesía en ese entonces, sintiéndose almidonado por la academia literaria y el "terrible, sofocante, maternal pulpo" de la tradición literaria.8 13 Escribió: "podría decir que tenía tanto talento para el estilo de Leavis de desmantelar los textos como cualquier otro, e incluso tenía una inclinación especial para ello, cercana a una veta sádica en eso, pero me parecía que no solo era un juego tonto, sino profundamente autodestructivo."8 En su tercer año se cambió a antropología y arqueología, ambos de las cuales referiría en su poesía. No destacó como escolar.14 15 Su primera poesía publicada apareció en Chequer.14 Un poema denominado "Los niñitos y las estaciones", escrito en esta época, fue publicado en Granta, bajo el pseudónimo de Daniel Hearing.16
Después de la universidad, viviendo en Londres y Cambridge, Hughes continuó teniendo muchos y variados trabajos, incluso como jardinero de rosas, vigilante nocturno y lector para la compañía británica de películas J. Arthur Rank. También trabajó en un zoológico local, un puesto que le ofrecía innumerables oportunidades de observar animales en espacios estrechos.14 El 26 de febrero de 1956, Hughes y sus amigos hicieron una fiesta para lanzar St. Botolph's Review, que duró un solo número. En él Hughes tenía cuatro poemas. En la fiesta el conoció a la poetisa americana Sylvia Plath, que estaba estudiando en Cambridge a través de una beca Fulbright. Ella ya había publicado extensamente, habiendo ganado varios premios, y había venido especialmente para contactar a Hughes y su compañero poeta Lucas Myers. Hubo una gran atracción mutua pero ellos no volvieron a verse hasta un mes después, cuando Plath estaba pasando por Londres, camino a París. Ella lo visitó de nuevo a su vuelta, tres semanas después. Hughes y Plath salían juntos y luego se casaron en St George the Martyr Holborn, el 16 de junio de 1956, cuatro meses después de que se vieron por primera vez. La fecha, Bloomsday fue intencionalmente elegida en honor a James Joyce.8 La madre de Plath fue la única invitada a la boda y los acompañó también en la luna de miel a Benidorm en la costa de España.17 Los biógrafos de Hughes describen que Plath no le mencionó su historia de depresiones y suicidios hasta mucho después.8 Reflejándolo posteriormente en Cartas de cumpleaños, Hughes comentó que tempranamente el pudo ver abismos de diferencias entre si mismo y Plath, pero que en los primeros años de su matrimonio ambos se sintieron felices y apoyados, ávidamente sumergidos en sus carreras de escritores.17 A la vuelta a Cambridge, ellos vivieron en 55 Eltisley Avenue. Ese año ambos tuvieron poemas publicados en The Nation, Poesía y The Atlantic.18 Plath tipeó los manuscritos de Hughes para su colección Halcón en la lluvia que llegó a ganar una competencia de poesía organizada por el centro de poesía de la Young Men's and Young Women's Hebrew Association de Nueva York.17 El primer premio consistía en la publicación por Harper y Hughes se granjeó un amplio aplauso de la crítica con el lanzamiento del libro en septiembre de 1957, ganando el Premio Somerset Maugham. El trabajo prefería muy afectados troqueos y espondeos, reminiscencias del Inglés de medioevo sobre los gentiles sonidos latinizados; un estilo que el usó a través de toda su carrera.8
La pareja se trasladó a Estados Unidos de modo que Plath pudiese ocupar una posición docente en su alma mater, Smith College; durante este tiempo Hughes enseñó en la Universidad de Massachusetts, Amherst. En 1958 ellos conocieron a Leonard Baskin quien más tarde ilustraría muchos de los libros de Hughes, incluyendo Cuervo.17 La pareja retornó a Inglaterra, quedándose un breve tiempo en Heptonstall y luego hallando un pequeño departamento en Primrose Hill, Londres. Ambos estaban escribiendo, Hughes trabajando en programas para la BBC así como produciendo ensayos, artículos, críticas y conversaciones.19 Durante este período el escribió los poemas que serían publicados en Wodwo (1967) y Recklings (1966). En marzo de 1960 salió Lupercal y ganó el Premio Hawthornden. El encontró que estaba siendo rotulado como el poeta de lo salvaje, escribiendo solo sobre animales.8 Comenzó a explorar seriamente sobre el mito y las prácticas esotéricas dentro del shamanismo, Budismo y la alquimia, percibiendo que tal imaginación podría curar bisecciones dualísticas en la psiquis humana y que la poesía era el lenguaje de trabajo.8
Hughes y Plath tuvieron dos hijos, Frieda Rebecca (1960) y Nicholas Farrar (1962) y en 1961, compró la casa de Court Green, en North Tawton, Devon. En el verano de 1962 Hughes comenzó una relación con Assia Wevill quien había subarrendado el departamento de Primrose Hill con su marido. Bajo la nube de su affair, Hughes y Plath se separaron en el otoño de 1962 y ella reinició su vida en un nuevo piso con los niños.

Tomado de Wikipedia


Ted Hughes (Yorkshire, 1930-Devon, 1998) poseía una cualidad animal, una intensidad callada que atraía las miradas. Era un poeta y un hombre de una ferocidad misteriosa y primitiva, que entroncaba con su obsesión por la naturaleza. Todos querían estar cerca de él, pero casi todos se sintieron alguna vez abandonados por él. Un niño que se crió pegado a su hermano mayor, que le enseñó a cazar, pescar y vivir entre animales; un joven que memorizaba palabra por palabra a Shakespeare y un marido fatalmente marcado por la tragedia. Cuando su primera mujer, la poetisa estadounidense Sylvia Plath, se suicidó en 1963, Ted Hughes escribió a su suegra: "No quiero que se me perdone jamás. Si existe la eternidad, estoy condenado a ella". Siete años después, cuando su segunda mujer, Assia Wevill, también se quitó la vida junto a la hija de ambos, Shura, el poeta enmudeció. Años más tarde se sabría que comparó aquel dolor con enormes puertas de hierro que golpeaban sin tregua su pecho.

La tragedia aplastó la figura pública de un poeta gigante y su obstinado silencio no contribuyó a mejorarla. Pero Hughes nunca dejó de hablar, lo hizo a través de lo único que de verdad entendía: la poesía y sus enigmas. Dos nuevos libros del poeta se publican ahora en España: El azor en el páramo, antología editada por Bartleby, y Gaudete, uno de sus textos más singulares que rescata Lumen (editorial que en 2004 publicó su obra póstuma Cartas de cumpleaños). En ambos asoma el genio de alguien que se consideraba un chamán en busca de un hombre y una naturaleza perdidos. "Escribir es igual que cazar", solía decir, "y el poema no deja de ser un animal, una forma de vida ajena".
Durante años Hughes fue un poeta atacado y rechazado (sobre todo en Estados Unidos) y ese "vacío" se ha dejado sentir en España, donde su extensa bibliografía ha llegado con cuentagotas. "Librerías, bibliotecas y editoriales de todo el mundo rechazaban sus libros. Algunas universidades se negaron a incluirlo en sus planes de estudio o en sus ciclos de lecturas", apunta Xoán Abeleira, traductor y prologuista del volumen de Bartleby, que también apunta la enorme dificultad que entraña traducir su poesía: "Hughes fue un escritor realmente portentoso e innovador en todos los campos: semántico, sintáctico y metafórico. Y, como Plath, un poeta dotado de una imaginación vigorosísima. Por eso, en su caso las dificultades propias de cualquier traducción se multiplican. Además, sintácticamente, emplea mucho las elipsis, rompe la lógica gramatical, para crear otras clases de ritmos, y juega con los dobles sentidos de las frases, de los versos. Su obra es tan rica que casi cada poema plantea varios problemas, y las soluciones que sirven para un texto no valen para otro".
Desde la publicación, en 2007, de su correspondencia (aún inédita en España), la figura de Hughes se ha ido reconstruyendo. Además, el ensayo de Janet Malcolm La mujer en silencio (Gedisa, 2003) también obliga a revisar la responsabilidad de Hughes en el fatal desenlace de la autora de Ariel. "No sólo tenemos mucha más información privada que antes era desconocida sino que sabemos la enorme presión que supuso para él mantener un digno silencio", asegura Christopher Reid, amigo, editor de la correspondencia y uno de los grandes expertos en su legado. Reid recuerda el brutal impacto que el poeta provocaba en quienes le conocían: "Más allá de lo evidente, su físico, Ted poseía una cualidad que le hacía enormemente atractivo, hipnótico incluso, y era su capacidad de atención cuando mantenía una conversación con alguien. Él escuchaba y hablaba como si su interlocutor fuera la única persona en el mundo. Se entregaba de una manera tan rotunda e intensa que todos los que le trataban se quedaban sorprendidos y fascinados con él. Aquello tenía que ver con su generosidad de espíritu, pero también con una manera muy particular de evadir esos juegos de miradas de las reuniones sociales que él rechazaba". "Las mujeres lo adoraban y los hombres lo envidiaban. Tanto las unas como los otros temblaban en su presencia", escribe Xoán Abeleira. Lo que parece evidente es que la poderosa personalidad de Hughes creó, al menos en sus dos mujeres suicidas, una fatal dependencia que derivó en celos, depresión y un insoportable vacío. Pese a todo, él siempre pensó que el final de Plath estaba escrito. Sobre el desenlace de su segunda mujer fue menos autoindulgente. Condenarle durante décadas como único culpable fue sólo una cruel osadía histórica.
Hughes creía en lo sobrenatural y quizá por eso la realidad se le fue de las manos. Él y Plath solían utilizar una tabla güija y él siempre llevaba un tarot. Reid cree que se trata de una afición fundamental para comprenderle con la que él nunca logró empatizar. Abeleira, sin embargo, afirma: "Hughes y Plath creían que un creador es una suerte de médium y de ahí su interés por el tarot, la astrología, el espiritismo y lo demás: también la psicología freudiana y junguiana. Para ellos la poesía era, como el arte, cuestión de fe".


Tomado de El País

Tres papas que cambiaron el mundo





Francesco della Rovere, SixtoIV, quien mandó construir la capilla Sixtina, Rodrigo Borgia, Alejandro VI, el papa de la simonía, y Giuliano della Rovere, Julio II, el papa guerrero, constructor de San Pedro en Roma son tres grandes papas y seres humanos sin iguales. Para bien y para mal cambiaron la historia de Occidente.
Estos tres corruptos excepcionales, terrenales, pecadores y hombres de mundo, son la representación del Renacimiento con sus cambios y formadores de una nueva era que nos determina hasta hoy en día.

La maldad pareciera ser la forjadora de los cambios de la humanidad. La herramienta de las transformaciones, de las nuevas posibilidades y maneras de entender el mundo. La bondad, por momentos,  suena a palabra vacía e inhumana, a la abandonada de la historia.



Sixto IV, della Rovere, Como muchos papas, Sixto IV incurrió en el nepotismo. Nombró en cargos de autoridad y de ingresos a más de 25 sobrinos y parientes, entre ellos 8 cardenales. Casó dos sobrinos con princesas bastardas de Nápoles, otro con la heredera del Ducado de Urbino, otro con los Sforza de Milán. Todo tan rápidamente y en tan poco tiempo que nadie llegaba a hacer el recuento de aquella parentela.
Luego de lograr aumentar el territorio de los Estados Pontificios , su sobrino el cardenal Raddaele Riario dirigió el fracasado intento de asesinato en contra de Lorenzo el Magnífico  y su hermano, conocido como la rebelión de los Pazzi (1478) . Luego del asesinato, Girolamo Riario (también sobrino de Sixto IV) reemplazaría a Lorenzo en Florencia . El arzobispo de Pisa , uno de los principales organizadores de este golpe, fue ahorcado en las paredes del Palazzo della Signoria. Sixto IV contestó estas acciones con un interdicto y desatando una guerra de dos años contra Florencia. También indujo a Venecia para que atacara Ferrara , ya que deseaba este último territorio para su otro sobrino. Los príncipes italianos, enojados ante estas acciones, crearon una alianza para obligarlo a declarar la paz, hecho que molestó mucho a Sixto IV.

Fue responsable de llevar a Roma  un equipo de artistas para trabajar en la Capilla Sixtina , que le debe su nombre.
Como patrocinador cívico en Roma, según afirma el historiador laico Stefano Infessura , Sixto IV debe ser admirado. En la inscripción dedicatoria en el fresco por Melozzo da Forli  en el Palacio Vaticano  se lee: "Le diste a tu ciudad templos, calles, plazas, fortificaciones, puentes y restauraste el Aqua Vergine hasta el  Trevi..."
Además de restaurar el acueducto  que le daba a Roma una alternativa sobre el agua de río insalubre que la había hecho famosa, restauró o reconstruyó más de 30 iglesias de Roma, entre ellas la de San Vitale (1475) y Santa María del Popolo, junto con la construcción otras 7 nuevas iglesias. La Capilla Sixtina fue construida bajo su pontificado, junto con el Puente Sixtino -el primer puente, desde la antigüedad, que cruzaba el Tiber , para permitir una mejor integración del Vaticano  con el corazón de la antigua Roma. Esto fue parte de un plan urbano a gran escala realizado durante su papado, el cual también eliminó los mercados del Campidoglio en 1477 y decretó en una bula de 1480 el ensanche de las calles y la primera pavimentación desde la era imperial.
Al comienzo de su papado, en 1471, reunió varias esculturas de época romana, las cuales fueron el comienzo de una colección papal de arte que se convertiría luego en las colecciones de los Museos Capitolinos . Además reinauguró, enriqueció y agrandó la Biblioteca Vaticana. Solicitó a Regiomontanus que reorganizara el Calendario Juliano  y llamó a Josquin Des Pres  a Roma para que interpretara su música.
Su monumento funerario de bronce, en la Basílica de san Pedro  fue creado por Antonio Pollaiuolo.

Alejandro VI, su verdadero nombre era Rodrigo Borja, alcanzó el poder gracias al nepotismo  y lo mantendría a través de él, consiguiendo su ascenso dentro de la estructura de la Iglesia Católica gracias a su relación con el papa Calixto III, de quien era sobrino. Esta relación familiar le facilitó el acceso al rango deCardenal diácono  y el desempeño de numerosos cargos de gran importancia dentro y fuera de la Curia Romana, que le permitieron hacerse con las influencias políticas y el prestigio que, finalmente, le llevaron al solio pontificio en 1492. Una vez electo papa y como Alejandro VI, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas, envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los poderes internacionales, buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus hijos, Juan , César, Lucrecia y Jofre, los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones política .
A través de la Guerra italiana de 1494-1498  y la Guerra deNápoles (1501-1504)  se las ingenió para no sólo asegurar su poderío sino para acrecentarlo, valiéndose de las rivalidades entre las potencias de la época y las tensiones políticas entre las familias de la aristocracia europea, consiguiendo durante los 11 años que duró su papado impulsar hasta la cima del poder en la península itálica . Trágicamente, las mismas intrigas y poderes que le sirvieron para llevar a la Casa de Borgia a la cima, aseguraron su destrucción, pues todo el poder que los Borgia habían obtenido, inclusive el éxito militar de César Borgia, giraba en torno al Vaticano  y por ende dependía de la permanencia de Alejandro VI en el poder, por lo cual con su muerte, la vasta red de condados, principados y territorios que los Borgia habían puesto a sus pies, sucumbió ipso facto, sellando el destino de César Borgia, quien moriría cinco años después en 1507 y sepultando la era de los Borgia y su dinastía.

También Alejandro puso su atención en la defensa y embellecimiento de la "Ciudad Eterna". En el capítulo artístico, encargó a Bramante  el proyecto para la construcción de una nueva basílica de San Pedro (aunque moriría muy poco después y el mérito se lo llevó su sucesor, Julio II) y mandó levantar el edificio principal de la Universidad de Roma.
Convirtió el Mausoleo de Adriano (actual castillo Sant'Angelo) en una verdadera fortaleza, capaz de soportar cualquier sitio. Con la fortificación de la Torre Nona aseguró la ciudad contra ataques navales. Merece ser llamado el fundador de la Ciudad Leonina, la que él transformó en el barrio más de moda en Roma. Su magnífica Via Alessandrina, hoy día llamada Borgo Nuovo, continúa siendo hasta hoy la magna llegada a San Pedro. Bajo su dirección, Pinturicchio adornó el Appartimento Borgia en el Vaticano, indicándole el camino a su inmortal discípulo, Rafael.

Su memoria está asociada, claro, con los edificios que construyó, pero también con los que construyeron reyes y cardenales a los que él convenció de hacerlo. Durante su papado Bramante diseñó, para los Reyes Católicos Fernando e Isabel, esa joya exquisita de la arquitectura, el  templete de San Pietro in Montorio Tempietto, sobre el sitio conocido tradicionalmente como el del martirio de san Pedro. Y si no fue Bramante, ciertamente fue algún otro de los grandes arquitectos, igualmente atraído a Roma por la fama de la liberalidad del Papa, quien construyó para el Cardenal Riario el magnífico palacio de la Cancellaria. En 1500, el embajador del Emperador Maximiliano puso la primera piedra de la hermosa iglesia nacional de los alemanes, Santa Maria dell' Anima. Para no quedarse atrás, el cardenal francés, Briconnet, erigió la Santa Trinità dei Monti, y los españoles Santa Maria di Monserrato. A Alejandro le debemos los hermosos techos de Santa Maria Maggiore, en cuya decoración fue utilizado, según la tradición, el primer oro llevado de América por Cristóbal  Colón.
Aunque se dice que nunca presumió de grandes conocimientos, siempre apoyó las artes y la ciencia. Siendo aún cardenal había escrito dos tratados sobre asuntos canónicos y una defensa de la fe cristiana. Reconstruyó la Universidad Romana y realizó generosas contribuciones para el mantenimiento de los profesores. Siempre se rodeó de personas muy cultas y sentía una predilección especial por los juristas. Su gusto por las representaciones teatrales fomentó el desarrollo del drama. Disfrutaba mucho de las ceremonias papales, a las que añadía gracia y dignidad con su figura majestuosa. Le gustaba escuchar a los buenos predicadores y admiraba la buena música. Cabe destacar también que el papa Alejandro VI fue un gran admirador de Pinturicchio , un artista poco reconocido por la sociedad italiana y que fue uno de los artistas favoritos de Alejandro VI.

Julio II, Giuliano della Rovere era sobrino del papa Sixto IV. Fue educado con los franciscanos a instancias de su tío, quien lo tomó bajo su protección y más tarde lo envió a un convento en La Pérouse donde realizaría sus estudios superiores. En 1471 , poco después de que su tío se convirtiera en papa, es nombrado obispo  de Carpentras, Francia. En dicho año fue elevado a la dignidad de cardenal. Con su tío como papa, obtiene una gran influencia, recibiendo hasta ocho obispados (entre ellos los de Lausanne y Coutances) y el arzobispado de Aviñon. En1480 es enviado a Francia en calidad de legado pontificio  y permanece allí cuatro años. Demuestra tal habilidad que pronto adquiere gran influencia dentro del colegio cardenalicio, influencia que crece aún más bajo el papado de Inocencio VIII , sucesor de Sixto IV en 1484.

Giuliano tuvo varios hijos, pero la única en alcanzar la edad adulta fue Felice della Rovere , nacida en 1483 fruto de su relación con la aristócrata romana Lucrezia Normanni  . Poco después del nacimiento de Felice, Giuliano arregla el matrimonio de Lucrezia con Bernardino de Cuspis, maestro di casa del primo de Giuliano, el cardenal  Girolamo Basso della  Rovere.
Della Rovere tenía un gran rival en el seno del colegio cardenalicio, el cardenal Rodrigo Borgia , más tarde papa Alejandro VI  (1492–1503) a la muerte de Inocencio VIII. Della Rovere, que también aspiraba a ser papa, acusa a Borgia de haber sido elegido mediante simonía  y gracias a un acuerdo secreto con el cardenal Ascanio Sforza . Tras esta disputa, se refugia de la ira de Alejandro VI en Ostia  y meses más tarde marcha a París, donde incita al rey carlos VIII (1483–98) a intentar la conquista de Nápoles . Acompañando al joven rey en su campaña militar, entra con él en Roma  y trata de convocar un concilio que investigue las acciones del papa Alejandro VI y, eventualmente, lo deponga. Sin embargo, el papa Alejandro se había ganado el favor de un ministro del rey francés, Briconnet , al ofrecerle la dignidad de cardenal, con lo que consigue detener las maquinaciones de su enemigo.

Alejandro VI muere en 1503  debido probablemente a la malaria , aunque se especula que pudo ser envenenado. Su hijo, César Borgia, también cae enfermo por esas fechas. El cardenal Piccolomini de Siena  es consagrado como nuevo papa bajo el nombre de Pío III, aunque della Rovere no apoyaba esta candidatura. De cualquier forma, el anciano Piccolomini fallece poco después. Della Rovere es elegido finalmente papa  bajo el nombre de Julio I I  el 31 de octubre de 1503  en el cónclave más breve de la historia, de tan sólo unas pocas horas de duración. Obtuvo 35 de los 38 votos posibles, incluidos los de los 11 cardenales españoles que, desaparecido Alejandro VI, todavía obedecían las órdenes de su hijo César.

El "Papa guerrero" fue también un gran mecenas  de las artes. Protegió, entre otros, a Rafael y Miguel Ángel  , a quien encargó pintar el techo de la universalmente famosa  Capilla Sixtina . La construcción de la actual Basílica de San Pedro se inició el 18 de abril  de 1506 , bajo su impulso, siendo terminada en 1626, con Pablo V . Uno de los proyectos artísticos más queridos del Papa fue el de su propio sepulcro, que encargó a Miguel Ángel. Tras años trabajando en el proyecto, y varios proyectos y variaciones, el genial escultor solo pudo terminar enteramente una escultura, representando a  Moisés. La sepultura definitiva del Papa, terminada por los discípulos del florentino, se erigió finalmente en la iglesia romana de San Pedro ad vincula .


Las biografías fueron tomadas de Wikipedia.


Uno siempre está solo



Uno siempre está solo
pero
a veces
está más solo“

 Idea Vilariño


Soy un árbol enfurecido que lanza fuego al cielo. Amo el fracaso. Lo que toco se marchita. Muere. Se acaba. Soy el odio acumulado durante mi larga vida. Mi fuego llega al cielo, y lo congela. Una llamarada eterna que todo lo quema. En mí crece el fracaso y se llena de hojas del verde de la envidia, del odio y de la desesperanza. Nada en mí vive. Todo está muriendo. Muriendo desde siempre. Nada es para mí suficiente. Quiero todo o nada. No acepto nada diferente a mis ramas retorcidas, a mi madera curtida, a mis derrotas infinitas. No quiero de nadie nada, que no sea ya mío. Me rechazo y me despeino y me enfurezco. Me tiro por la ventana y caigo parado en medio del jardín de la vida. Y aquí estoy: hundido hasta mitad del cuerpo en la existencia, enraizado a todo esto que los demás llaman vida, y que yo llamo agonía. Mis raíces clavadas  en la tierra prometida de los miedos, de las angustias y de la desolación. No quiero ser. No quiero. Evito a los demás y a lo de menos. Me importo poco y me preocupo demasiado. Todo son llamas, humo y asfixia. 

Estoy acá en medio del universo paralizado por mi destino. Viviendo mi muerte en cámara lenta. De a poco me he ido quedando con lo que soy. Mis ramas llegan al infinito y lo perciben. Florezco a pesar de mí. Me lleno de hojas de primavera, de verdes, de flores, de vida. Todo para nada, porque lo que el día trae, la noche se lo lleva. Me siento abandonado a las fuerzas de la naturaleza. Soy un árbol perdido en la memoria de un dios que todo lo ha olvidado. Me lleno de rabia. Vocifero, exagero, me hundo en mí para perderme. Me hundo en mis raíces, en la tierra maldita de los sueños. Me cubro de pesadillas en que todo está bien. Ideas locas de un loco atado a sus limitaciones. A su angustia de estar vivo y no poder ser. Me entierro en los olvidos, pero todo me recuerda. Me sonríe. Me quiere. Me necesita. Me desespera. Quiero dejarme solo, sin mí. Sin esa necesidad de estar conmigo todo el tiempo. Estar despierto es un infierno donde se quema mi ser definitivamente. 

En la noche de mis sueños oscurece el desespero y creo que ya no existo. Que he muerto al fin. Pero mis ojos se abren detrás de mis gafas oscuras que me protegen de la esperanza. Mis ramas se mecen desesperadas contra las ventanas que me miran, que me envidian y que me ignoran. Sigo vivo y no soy más que un árbol atado al cielo y a la tierra sosteniendo un mundo que se acaba. Aunque nadie lo sabe, el fracaso es la única esperanza que tenemos. Me voy de mí. Pero sigo conmigo. Inamovible. A perpetuidad. Prisionero de mí. Entre estas paredes de madera que forman esta casa que llamo árbol y que desde sus ramas siento a ese que nunca he querido ser y que al despertarme soy. Me muero de la furia. Esa es mi vida. Enfurecerme sin objeto distinto a dejar arrasada mi vida. Aunque no me muevo de donde estoy, porque siempre estoy dentro de mí, he dejado detrás de mí un mundo entero de yos sembrados en la locura de los otros. Locos, todos somos locos. Menos los que ya han muerto. Esos ya no son nada. Ni siquiera recuerdo.

Soy un cielo en llamas que busca amparo en las ramas de un árbol que me mira desde mi propia existencia.

Nada vale la pena, salvo fracasar. Dejar de ser. Al fin. Descansar de mí, de todo, de todos. Morirme. Dejar que estas hojas que me cubren vuelen al fin por la vida sin que le importe a nadie. Dejar que esta madera vieja se pudra, se olvide que un día fue árbol. Abrir los ojos desmesurados a la nada. Y morderla hasta que grite. Hasta que salga corriendo y me lleve con ella hacia la oscura eternidad del universo.

Soy un árbol lleno de ramas retorcidas por la furia y los miedos. Flores negras, como es la medianoche de todas las cosas que no son mías, huyen de mí. Tienen miedo de que las bese y se llenen de colores. Tanta oscuridad donde he visto ya todo. Nada puede evitar que fracase. Ni siquiera yo. Si no es para fracasar ¿para que nos vamos pudriendo hasta morir?

Soy el aire que cubre a este árbol que que soy. Soy la tierra de este árbol que soy. Soy la vida que corre por este árbol que soy. Soy la negra luz del mediodía. La eterna lucha del fracaso contra la tontería. Me voy a ir por las ramas hasta llegar a mí para preguntarme del porqué de esta larga vida sin moverme de este sitio que soy. Nadie se puede mover de sí mismo. Condenados a llevarnos a todos los sitios a los que jamás íremos. Recuerdo que un día fui un gran fracaso y desde ese día trato de repetirlo y no lo logro.
Soy un fracaso en un árbol que lleva en sus ramas mi vida entera.

jueves, 14 de febrero de 2013

Un viaje inesperado el día de San Valentín.




4:00 am. Bonn esta durmiendo profunda. El sonido de un avión se oye casi perdido a lo lejos. Estoy solo en la casa. Me quedé dormido temprano viendo televisión. Me desperté hace media hora y se desarrolla en mí una batalla singular: tengo hambre mucha hambre y no sé si debo levantarme de esta silla tan cómoda, quitarme la cobija deliciosa, lanzarme a través del frío y llegar hasta la nevera, abrirla y prepararme un sándwich de queso y jamón. O algo mejor, levantarme, ir al aeropuerto, volar hasta donde estás, golpear a tu puerta y decirte: 
No sé quién o dónde está San Valentín, pero me muero de hambre de ti y lo que yo quiero, amor mío, es que estés a mi lado siempre  y comernos la  vida entera a mordiscos, a versos y a besos. 


martes, 12 de febrero de 2013

El poema de Gabriel



Era inevitable, el dolor de la ausencia le recordaba su amor. Sólo quería volver a esa región donde sólo dos son. Quería morder un poco de esa otra realidad. Sentir que los sueños no habían muerto. Que todo seguía como antes. Que esa mujer que aún amaba y seguía intacta en su memoria, podría volar de nuevo a él y devolverle el amor.

Entre los dos ya no hay nada. Sólo una distancia que llueve desde hace tiempos. Un viento que llega hasta su orilla y muere. Un mar de recuerdos que vienen y se van. Como un día esplendido que no termina de olvidarse. 

Salvo las miradas. Esas largas y profundas miradas que lo recogían en sus redes y se lo llevaban con ella. También estaba ese siempre que pronunció una tarde desde la distancia y con los ojos llenos de lágrimas.

Gabriel dejó de escribir. Levantó los ojos y miró más allá de su memoria. Regresó a los ojos de ella para buscarla, para entenderla, para recuperarla, para no morir de soledad en esa mañana de febrero con el frío del invierno a sus espaldas.

Gabriel suspiró. Estaba solo. Era un náufrago en una isla de concreto rodeada de desconocidos que lo separaban de ella. Tomó un lápiz y sobre una hoja en blanco escribió:

Poema para ella

Podría quedarme
en esta calle sin salida,
en esta playa a orillas de tus ojos,
en esa noche larga de otros días,
en esta hora del universo detenido,
en esta página de nuestra vida,
en esta tarde llena de recuerdos,
en esta caricia del viento,
en estas palabras que aún no has leído;
podría quedarme contigo
a soñar para toda la vida.

Al día siguiente, Gabriel se despertó, miró al lado y se dio cuenta de lo inevitable: ella había volado para siempre.