No
nos digamos mentiras, no fue por cumplir con nuestro deber, ni porque
teníamos compromisos anteriores y menos por ser valientes y
dispuestos a todo por ser leales. No, lo nuestro no fue más, porque
nos era más cómodo no seguir adelante, no arriesgar la monotonía
que teníamos por lo desconocido, por un amor que quizá a mitad de
camino ya no existiera. No fuimos para nada valientes ni leales,
fuimos cobardes como la mayoría, como los millones que cumplen
horarios, aportan a la seguridad, trabajan de ocho a cinco y en
verano van al mismo sitio siempre. No fuimos capaces de creer en
nuestro amor, en lo incierto, en lo desconocido...no fuimos capaces
de ser nosotros mismos.
Ni
tú ni yo hablaremos de nosotros con nadie más. Será nuestro
secreto, nuestro recuerdo, nuestro olvido.
Cuando
me miro al espejo miro a un tipo que se equivocó por no ser capaz de
arriesgarse a ser feliz cuando la vida le dio la oportunidad.
No
nos digamos mentiras, seguimos viviendo y a muchos les parece que
somos felices, pero tú y yo nunca sabremos qué había más allá,
donde el amor es rey, donde solo el deseo, el placer y la felicidad
son el pan de cada día.
No
importa, la vida continúa, continúa sin nosotros, sin amor o con
otros amores y otros deberes...no importa. Cuando debimos ser, no
fuimos.
He
durado muchos años
en aceptar y entender qué nos pasó y que dejamos que todo un
universo, el nuestro, no fuera.
Pero
a pesar de la realidad y la decepción, siempre siempre querré
volver a despertar en ese día que por primera vez nos vimos.