jueves, 22 de diciembre de 2016

Me gusta la palabra diluviar.



Me gusta la palabra diluviar porque significa la vida y la mía está empapada de diluvios. 

Me gustan los diluvios. He caminado, corrido, brincado y reído bajo muchos diluvios. Tantas veces me he escondido bajo el alero de una casa para protegerme de un diluvio. Más de un diluvio me ha dejado calado hasta los huesos, como una sopa, tiritando y morado de frío. Nada más delicioso que estar en la casa de mis papás tomando onces bien abrigado y ver diluviar. Me he hecho mayor, me he enamorado y me he sentido irremediablemente triste bajo los diluvios que dejaban la ciudad inundada y a ese niño que un día fui feliz de salir a la calle con las botas de caucho puestas para meterse en los charcos frente a la casa.

Diluviar es tan de Bogotá. Bogotá son las montañas, la Sabana y los diluvios. Mi vida la viví y la soñé bajo  los diluvios de Bogotá.

Bogotá no sería Bogotá sin los diluvios. Y yo no sería yo sin las montañas, la Sabana, Bogotá y sus diluvios. 

sábado, 8 de octubre de 2016

Si volviera a comenzar contigo


Si volviera a comenzar contigo, empezaría por el beso de despedida y así iría deshaciendo cada uno de nuestros días, sueños y amores hasta llegar al primer beso, a la primera mirada, a ese instante en que, por quién sabe qué razón, el mundo mío se detuvo en tus ojos. Y desde que esa mirada se cruzó con la mía no deseo otra cosa que ser tuyo, sólo tuyo como si me amarás desde antes de conocernos. 

Lo que yo quiero contigo es comenzar por el final para poder volver siempre al día en que me enamoré de ti para siempre.

viernes, 7 de octubre de 2016

He vivido mucho

He vivido muchos veranos, inviernos, amaneceres, atardeceres, noches interminables, he nadado en mares de todos los colores, me he perdido por calles de ciudades desconocidas, he bailado mil veces y mil veces he sido feliz, he bajado al infierno que cada uno lleva dentro, he resucitado de las tristezas, me he dejado llevar por la vida y he perdido mi destino varias veces, el amor ha estado conmigo en todos los caminos, me he alejado de la juventud y me he vuelto tranquilo. 

He conocido el cielo y he visto la mirada fría de la muerte, he sentido miedo, ira y alegría, he disfrutado de estar vivo y he amado la vida. He sido tantas veces feliz y no he dejado de equivocarme, porque nunca he podido dejar de ser ese que soy, ese que ha vivido toda una vida pensando en ti. 

Amé y fui amado. He vivido para ti y te he amado siempre....pero nunca has estado a mi lado. 

Ese día estupendo de primavera,



Y llega ese día estupendo de primavera con el sol cubriendo el jardín con sus árboles y el cesped perfectamente cortado, las flores brotando por doquier y los colores de la vida por todas partes, estás sentado entre los que amas, en la seguridad de tu hogar, en medio de tus libros y tus éxitos y te das cuenta de que la vida te ha derrotado. 

jueves, 6 de octubre de 2016

Il migliore anno della nostra vita



Recuerdo esa tarde en que el sol ya se perdía entre el ruido de los carros y la gente distraída en sus pensamientos caminaba por la Quince de Bogotá, ese instante en que tu mirada se cruzó con mis sueños. Nadie  sabía en ese momento que entre tú y yo se empezaba a tejer el amor. Fue la primera vez que a los dos se nos aceleró el corazón al mismo tiempo. Ese atardecer seguimos nuestro camino con una sonrisa en la cara sin saber si nos volveríamos a ver o no.

Unos días después, nos volvimos a encontrar. Tú me hablaste y yo casi no logro decirte nada de los nervios. Los dos nos reímos por ello.


Recuerdas, amor mío, que una mirada y una sonrisa fueron suficientes para que en ese lejano julio de hace 30 años entre tú y yo viviéramos el mejor año de nuestra vida.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Mi punto de vista sobre las elecciones en Mecklemburg- Vorpommern, Alemania.





Mecklemburg- Vorpommern es uno de los 16 estados federales de Alemania. Formó parte de la antigua RDA (República Democrática Alemana). Tiene 23.213 km² y está ubicado frente al Mar Báltico. Es el estado menos poblado del país con 1,6 millones de habitantes.

Su economía está basada en el turismo, la agricultura y la pesca. Es un estado relativamente pobre respecto al resto del país y los jóvenes suelen emigrar a otros estados de Alemania en busca de mejores perspectivas.
El número de refugiados acogidos es de 26.000, el más bajo del país.

El gobierno actual es una gran coalisión entre los hasta ahora partidos mayoritarios SPD (Partido Socialista Alemán)y la CDU (Unión Cristiano Demócrata), quienes vienen gobernando con Erwin Sellering (SPD) como ministro presidente desde el 6 de octubre de 2008.


Desde la llegada de la AfD al escenario político alemán con sus sorprendentes resultados electorales, el fantasma de la derecha nacionalista asusta a los partidos y los medios. Los partidos establecidos no encuentran aún una respuesta adecuada al éxito de la derecha.

El camino fácil suele ser responsabilizar a los extranjeros de los problemas de un país. Y esto está sucediendo en parte de los medios, especialmente de derecha, y en el partido de la CSU (Unión Social Cristiana) de Baviera y socio de gobierno de Angela Merkel, que sin sonrojarse responsabiliza a la política del gobierno de bienvenida de refugiados de los logros de la AfD. 

El 20,8% de los electores de Mecklemburg- Vorpommern votaron al partido de derecha nacionalista AfD (Alternativa para Alemania) (167.453 votantes). Eso quiere decir que el 79,2% de los votantes (638.943) no apoyaron las ideas de ese partido.

Así que afirmar que la política de Merkel de darle la bienvenida a los refugiados fracasó, no es del todo cierto. Es más un deseo de cierta derecha y de algunos medios para crear inseguridad en la población.

Tampoco está demostrado que todos los votantes de la AfD votaron ese partido por ir en contra de la política de refugiados de Merkel. Lo cierto es que ese partido amalgama a los escépticos del euro y de la Unión Europea, a los olvidados y resentidos del sistema, a parte de la clase media conservadora, a los nacionalistas y a los oportunistas.

Lo que sí es un hecho es que una parte considerable de los alemanes tiene un sentimiento nacionalista arraigado y desconfía de los extranjeros.


Foto:  la capital Schwerin.  

sábado, 3 de septiembre de 2016

Idiomas distintos de amor


Un día, como si fuéramos Babel, amanecimos cada uno hablando  un idioma de amor diferente. 

 Tu lengua no era mi lengua. No nos comprendíamos más. 

Nos escuchábamos pero el amor ya no era nuestro idioma. Ahora cada uno hablaba otra lengua, los sueños volaban hacia otras tierras donde otra sería el idioma  para amarse. 

Un día amanecimos tan lejos, tan lejos que no nos alcanzó el amor para entendernos, y no dijimos nada, pues ya nada teníamos que hablar. 

miércoles, 31 de agosto de 2016

No volveremos


No habrá otra larga caminada a orillas del Guadalquivir, ni volveremos a comer fish and chips en un kiosco bajo la lluvia en Londres, ni correremos y bailaremos en otra noche de verano en París, no nadaremos como tantas veces en una isla perdida del Caribe, no nos esconderemos a besarnos una y otra vez en las calles de la Medina de Marrakech como ese lejano día de nuestro amor, no nos tomaremos de la mano debajo de la mesa en esas largas charlas con los amigos mientras mirabamos atardecer a orillas del Báltico, ni nos reiremos de nuevo al oír por sorpresa esa canción que tanto nos gustó en el bullicio de Manhattan o ese verso que te escribí que le oímos a un joven cuando se lo susurraba al oído a su amor en un bar de Bilbao. 

Tú y yo no volveremos.


Pero no habrá tiempo, distancia o silencio que haga posible que yo te deje de soñar pues fuiste el mejor momento de mi vida, cuando intuí la eternidad, el amor que se da sin esperar nada a cambio. 

martes, 16 de agosto de 2016

Valéria


No puedo dejar de pensar en Valéria. La llevo grabada en mi mente. No deja de rondar mis neuronas y regodearse en mis sinapsis. Ella es París y yo. 

Esa mujer de mirada lánguida, lejana, melancólica, de ojos claros y aguados, de sonrisa suave casi presentida, de pelo rubio corto y al azar, piel blanca y esa voz de incertidumbre y de posibilidades, esa dualidad de idioma entre el italiano y el francés, ese imposible no adorarla que me lleva a recordarla en los momentos más inesperados. 

Ella es lo más parecido al amor, a la poesía, al placer de estar vivo para contemplarla y extasiarme con su vista. 

Ahora que estoy de regreso una vez más de París siento la necesidad de cerrar los ojos y pensar en ella. Imaginarla. Dejarla hacer de mis sueños su refugio.

viernes, 12 de agosto de 2016

La tolerancia sobre todo es diálogo


Lo que sí es incuestionable es que buena parte de los colombianos no se identifica con las reformas educativas que buscan una mayor tolerancia hacia los homosexuales.

En vez de condenarlos al infierno por intolerantes, habría que mejorar la comunicación y la información sobre la reforma.

La tolerancia implica también el diálogo continuado, permanente y sereno con las personas que no piensan y sienten como nosotros.

Los cambios y mejoras sociales jamás han sido fáciles, ni de un día para otro, sino paulatinos y a mediano o largo plazo.

Si queremos cambios no respondamos con el mismo miedo con el que los otros gritan, sino con la serenidad de quien está del lado de una buena causa.

Seamos tolerantes con los que todavía no lo son. Un día, ellos también lo serán si en vez de insultarlos los respetamos como exigimos que ellos lo hagan.

martes, 2 de agosto de 2016

Un encuentro en Merano

"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper".
El Hilo Rojo del Destino (leyenda anónima japonesa)


Son las ocho de la tarde de un magnífico día de verano. Estamos a finales de julio y hacen treinta grados de temperatura en la Corsa de la Libertà en Merano. Hace dos días llegué a la ciudad. Paso un par de días de descanso. Me he escapado de la cotidianidad de mi vida. Mejor dicho, he huido de mí. Cada cierto tiempo deseo dejar de ser ese yo de todos los días y ser ese otro yo que vive en silencio dentro de mí. El viaje ha sido pesado. Llegué en la tarde al hotel Palace Merano. Un palacio en la Vía Camillo Cavour 2 en pleno centro de la ciudad. El hotel es lujoso y exclusivo, especializado en tratamientos de wellness. No estoy interesado en ellos, sino en el placer de no hacer nada, de no ser yo. No escribir, no pensar, no leer, no trabajar, solo dejar que el verano me broncee el alma. Me gusta el hotel y la habitación en la que estoy tiene vista a la ciudad, el río y las montañas. Todo es perfecto. Oír el italiano en medio del alemán tirolés que se habla en la región, es un placer adicional. Aunque también no faltan las voces extranjeras. Ahora los hoteles son lugares cosmopolitas donde se reúnen rusos, chinos, japoneses, americanos, europeos del norte y del este a gastar su dinero, a ostentar. Soy un desconocido entre desconocidos, y lo disfruto. La primera noche me fui directo a dormir y al otro día madrugué a desayunar, di una caminada a orillas del Adige y poco antes del mediodía me recosté en una tumbona al borde de la piscina y allí estuve hasta las cuatro de la tarde, en que subí a dormir un rato. Luego salí a conocer la ciudad. Me senté en una pizzería y cené solo. La ciudad es animada, mucha gente yendo y viniendo de compras y gozando de ese placer tan humano del mirar y ser mirado. Al sur de los Alpes se mira y se es mirado con desparpajo, sin tanto disimulo como en el norte, en esa tierra que ahora es también la mía: Alemania.

En la tarde mientras nadaba en la piscina que estaba medio vacía, ya que la mayoría de huéspedes estaban en la ciudad, en sus habitaciones o en el wellness, me tropecé con una mujer de unos treinta y seis años, rubia y guapa. Nos miramos, sonreímos y nos disculpamos en alemán. Yo por costumbre y ella por alemana. Seguí nadando un par de piscinas más. Nado a mi ritmo: despacio y constante. Así puedo nadar durante más tiempo sin agotarme ahí mismo. No nado para exhibirme ni para ejercitarme, nado porque me gusta nadar. El placer del agua, del movimiento y la ligereza del cuerpo. Nadar es un placer. Después de media hora de nadar, salí del agua. Me sequé con una toalla y me recosté a asolearme. El calor de la tarde era fuerte, pero agradable. Cerré los ojos para no pensar en nada. Pero la imagen de la alemana no dejó de rondar mi cabeza. Abrí los ojos, me enderecé y la busqué con la mirada en las tumbonas. Estaba recostada en una de ellas y charlaba con un niño de doce años que tenía que ser su hijo. Me quedé mirándola. Era muy guapa y tenía un cuerpo perfecto. Las mujeres a partir de los treinta y cinco años están en su esplendor. Me encantan. Observé como se movía, hablaba o se quedaba boca arriba con los ojos cerrados recibiendo el sol. No sé cuánto tiempo llevaba en ello cuando me di cuenta de que me estaba mirando. Le sonreí y no me respondió sino que volteó la cara para otro lado. Sentí ese golpe de frío que dan las desilusiones. No muy fuerte, pero jarto. Me olvidé de que ya no soy el joven de otros tiempos, sino un hombre mayor de barba blanca. En fin, cerré mis ojos y no pensé más en el asunto.


Desde hace un par de meses me adapto a la nueva realidad: ya no soy el más joven y me aburrí de las luchas interminables por el poder, por el dinero o por ser el mejor. Hay otros más hambrientos que yo, que se despedacen ellos, yo ya no tengo ganas. Quiero disfrutar de cada instante. Dejar que la vida me envuelva sin pretender cambiarla. Dejar ser y dejarme ser. Así de fácil y así de difícil. No volver a luchar por nada ni por nadie. Vivir por el placer de vivir. Me he quedado solo y no me molesta. Al contrario, estoy aliviado de no tener que ser el irresistible, el simpático, el amante perfecto. No que es que no lo hubiera sido con gusto, pero algo en mí ahora es diferente. Quiero amar tranquilo, sereno, sin arriesgarme a nada. En fin, me he vuelto un hombre predecible y contento de vivir. Más en mí  hubo, hay y habrá un yo inconforme, dispuesto a encontrar ese yo que sea el yo definitivo, el perfecto yo que nunca llegaré a ser. Ese yo inconforme, insatisfecho y que no me da pausa fue el que me trajo hasta Merano para pasar un par de días de soledad.

En la tarde dormí la siesta y a eso de las cinco bajé al bar que da sobre la piscina a tomarme un refresco y despúes salir a dar una vuelta por la ciudad. El bar esta desocupado. Me siento en la barra. Frente a mí hay un aviso que dice "American Bar". Según me contó luego el barman, el nombre se debe a la cantidad de americanas que en los cincuenta venían con sus amantes a pasar unos discretos días de amor. La piscina está llena y la gente nada de un lado al otro. Aun en vacaciones muchos siguen la rutina de ejercicios, de cuidarse y de logros. Para mí la piscina es para nadar, asolearse y flirtear. El barman se alegra de tener algo que hacer y me pregunta que qué deseo tomar. Pido un cóctel de limón, naranja y mango con una pizca de ginebra. No sé por qué lo he pedido, si no me gusta el alcohol. Pero es divertido ver al barman mezclando con tanta seguridad la bebida. Me acerca una servilleta, sobre el portavasos pone el cóctel y a su lado un plato con maní. Le doy las gracias. Me tomo el primer sorbo. Está rico, pienso, ni demasiado dulce ni demasiado alcohol. Miro al barman y le hago un gesto de que el cóctel es perfecto. Sonríe e inclina la cabeza a manera de agradecimiento. Luego se voltea y saluda a alguien que a mis espaldas entra en el bar. Me giro a ver quién ha entrado. Es la alemana y el sentimiento de placer que tenía se esfuma. Vuelve a mí el oso que hice en la piscina al mirarla tanto y su rechazo. Es bella, muy bella. No puedo evitar admirarla a pesar de mi malestar. Tomo otro trago del cóctel y hundo mi mirada en la tabla del bar. No quiero mirarla. Ella se sienta a mi lado. Podría haberse sentado un poco más retirada, pienso. Al fin y al cabo el bar está vacío. Alzo la cara y me está observando mientras sonríe.

-Hola- me dice sin dejar de sonreír. Es otra, pienso. La saludo y sonrío. Estoy desconcertado.
-Disculpe que lo haya cortado de esa manera en la piscina. Estaba perdida en mis propios pensamientos- me dice e insiste en sonreírme. Le digo que no tiene importancia y que me disculpe por mi mirada tan descarada. Se ríe.
-Me gustaría invitarlo a salir- agrega mirándome a los ojos. Menos mal no hay espejo y no puedo ver la cara de tonto que debo haber puesto. Al mismo tiempo, una ola de calor y placer sube por mi cuerpo. Digo que sí ahí mismo. Creo que es uno de los síes más rápidos de mi vida.
-Mañana a las seis lo espero en la Corsa de la Libertá, frente al almacén de Swarovski- me dice casi esperar mi respuesta. Se levanta y como por descuido, cuidadosamente pensado, me roza el brazo. Dios, me siento como un adolescente. La dicha prima sobre la vergüenza. Suspiro. 


Merano es una ciudad pequeña rodeada de montañas a orillas del río Adige que baja jubiloso hacia Verona para desembocar luego en el Po. Su arquitectura y su cultura no son las típicas de Italia, sino austriacas. Se habla el alemán típico del Tirol y por supuesto italiano. Algunos periodistas, actores y artistas que se destacan en Austria y Alemania nacieron en el Trentino.

He llegado, por supuesto, un cuarto de hora antes a nuestra cita. L Corsa de la Libertá, donde estoy en este momento, me recuerda las calles peatonales de las ciudades alemanas como la Agustinerstrasse de Mainz. Los avisos vienen en los dos idiomas y por la calle se oyen las voces tirolesas e italianas por igual. Esta curiosa e interesante mezcla de culturas es el resultado de las muchas guerras entre Italia y el antiguo imperio Austro-Húngaro. La gente está contenta con su vida y disfruta de las ventajas de los dos mundos. Mucho alemán que quiere sentirse en casa pero con el aire y el clima italiano viene de vacaciones a esta ciudad. Y, por supuesto, los aficionados a las carreras hípicas que se celebran en su imponente hipódromo. Me gusta la ciudad, sus calles y el bulevar que está junto al río. La ciudad es encantadora y la Corsa de la Libertà tiene tiendas muy lujosas, cafés, pizzerías y heladerías. No tengo afán y camino observando las casas, las tiendas, los restaurantes, la gente, los comensales y los camareros con detenimiento. Ya no puedo grabarme todo hasta el mínimo detalle como cuando era niño que nada me pasaba desapercibido y que mi cerebro absorbía la información sin problemas. Ahora mi cerebro solo recuerda lo que necesita o es de uso diario. Lo demás no sé dónde lo archiva, pero me cuesta trabajo recuperar la información. Por ello me creo asociaciones con cosas, hechos o personas que de algún modo tengan que ver con lo que quiero recordar para no olvidar. En fin, trucos de viejo para no desaparecer antes de tiempo.

Mientras la espero, miro la vitrina de Swarovski. Todo brilla, también los precios. Hay una pareja sentada frente a un escaparate mirando un muestrario que la joven dependiente les enseña. 

Mientras miro para un lado y otro de la calle buscándola, se acerca a mí una pareja con una niña. Se nota que son suramericanos y que están de paseo. La mujer me pregunta con el inconfundible acento venezolano si hablo español. Cuando le contesto que sí me vuelve a preguntar casi como una afirmación si soy el poeta.  Me desconcierto un poco, pero le digo que sí. Ella se ríe y me dice que lo sabía, que me sigue en twitter, que muere por mis poemas y mis frases de amor. Le sonrío confundido. Me pregunta dónde puede conseguir mis libros y tengo que confesarle que no tengo libros publicados.
Espero que a fin de año tenga el primer libro de poemas publicado. Se despiden y me quedo con esa mezcla de dicha de ser reconocido por primera vez en la calle por un desconocido que me ha leído en twitter y la vergüenza de aún no haber publicado un libro. En fin, mientras estoy en mis pensamientos, ella, mi alemana, ha llegado y me sonríe.


Nos saludamos con un beso en el cachete. Huele rico. Al tomarla de la cintura noto lo esbelta que es. Me coge la mano. Mejor dicho, con un dedo de su mano entrelaza un dedo de mi mano y caminamos. Miramos las vitrinas, comentamos lo que vemos y nos acercamos el uno al otro como por casualidad. Reímos y nos detenemos en medio de la calle a mirarnos. Esos cinco segundos de más de una mirada que significa, que lo insinúa toda. Ella me lleva a un restaurante donde toca un grupo de música tirolesa. Demasiado animado, pienso. Pero me siento tan bien que todo me agrada. Estoy flotando con ella. Los demás no existen. Sólo la oiga a ella. Mis ojos se han quedado a vivir en sus ojos. Nos sentamos en la terraza. Oimos la música y tomamos cerveza. Ella ha puesto su mano sobre mi mano. Ha acercado su silla a la mía. Recuesta su cabeza en mi hombro. La saco a bailar. Bailamos. Nos pegamos el uno al otro. Giramos despacio en nuestro propio mundo de emociones y sensaciones. No sé cuánto tiempo hemos estado bailando en brazos del otro. Pero ya oscurece. Nos sentamos en la mesa. Pedimos otras cervezas. Callamos. Nos miramos. No es necesario decir nada. Ella parece ida. Cierro los ojos. Quiero sentir el momento. Dejarme ir. De pronto oigo su voz

-Hay que besar al diablo para descubrir el bien en los otros.- me dijo mientras bebía su dry martini. -La bondad está escondida en las personas. No está a flor de piel. Se esconde para sobrevivir en un mundo que es lo más parecido al infierno. Porque la vida no es otra cosa que el infierno. Así que la bondad pasa desapercibida, aunque existe. Me miró a los ojos y por un instante no dijo nada. Luego sonrío como las personas que saben que no hay esperanza o que no conocen donde está ésta. No supe qué decir. Me tomaba un trago con ella con el deseo nada secreto de que me llevara a su cama y por una noche olvidar quienes éramos. Pero ella tenía su mente en otro hombre, en su propia vida y me la describía como la sentía, como la percibía. La realidad será de una manera, pero la manera en que la percibimos puede ser otra. Y también es realidad. La realidad más real es la que imaginamos y no la que vivimos.

También fui feliz en el amor cuando no amaba a nadie, cuando quería a muchas y no me até a ninguna. A los cuarenta y cinco era perfecto. A los treinta y cinco y a los treinta años fui feliz en el amor. Me querían y quería. En esos días la fugacidad del amor no me dolió. Era parte de la vida y siempre había otro amor esperando para ser amado. No fui cínico. Tuve suerte de no estar enamorado y sí de querer sin sentir el deseo de dejar de ser uno para fundirme en otro. Fueron días felices en el amor, luego en mi vida tanto laboral como diaria. Pude dar tanto y me dieron mucho. Lo mejor de mi vida fueron las mujeres. Ellas le dieron sentido a lo que me sucedió y a lo que no. Ellas me salvaron de sentirme único o importante. Me protegieron de mí y de los demás. Me dieron todo lo que un ser humano puede dar sin dejar de ser y yo hice lo mismo con ellas. Sin amor la vida habría sido muy aburrida.

-Descubrir que uno no es tan importante como nos dijeron, como nos hicieron creer es el verdadero engaño. Es lo que duele tanto, lo que hace difícil superar el desamor.- me dice mientras me toma de la mano y la acerca a su cara. -Sabernos burlados por la persona que amábamos, por la que no dudamos en dejar abiertas las puertas de la muralla contra el dolor y la decepción que hemos construido en nuestro corazón para sobrevivir. Saber que entraron en uno y nos dejaron apenas se dieron cuenta de que no éramos tan importantes. - sonríe mirándome con tristeza- se han burlado de nuestros sentimientos y nos han dejado a la intemperie con el corazón en la mano y el amor hecho pedazos- agrega.

La miré en silencio. Ella volteó la cabeza y se quedó con la vista puesta en el horizonte. No supe si observaba algo. Más bien parecía ida en sus recuerdos. Era guapa, muy guapa. Una piel suave como de melocotón. El pelo rubio claro y ojos azules como dos lagos de ensueño. Nos quedamos en silencio. No sé si a nuestro alrededor la gente hablaba o nos prestaba atención. Estábamos detenidos en ese instante en que no se sabe si todo ha acabado o continúa. Volvió su cara hacia mí y me tomó de la mano.- Vámonos - me dijo y se paró. La seguí sin decir nada. Salimos a la calle, a la noche y a la vida. 




lunes, 1 de agosto de 2016

Tanto tiempo en busca del amor


Después de tanto tiempo en busca del amor, de tanta risa dejada en la mirada de ellas, de la alegría desperdiciada a raudales en sueños pasajeros, de tantos días y noches de baile, de tanto nadar por los mares de este mundo, de tanto caminar las calles de pueblos perdidos y de ciudades que tanto me quisieron, de tanta generosidad recibida por gente que no esperaba nada a cambio, del amor que llegó un día y se quedó a vivir en mí para siempre, de leer todo verso que se atravesó por mi camino y de escribir poemas en su piel, de quedarme a soñar en los sueños de una extranjera, de sentir la mano tierna de una mujer que nunca me ha dejado en los días difíciles, de besar y ser besado por el placer de ser uno en una lejana noche de verano en Deauville, de dejar mi vida en la vida de las personas que me han amado, de saber que nada es para siempre, ni siquiera la eternidad...he descubierto que cada mañana volvemos a empezar, volvemos a soñar.

Después de tanto tiempo en busca de ya no sé qué, he entendido en medio de la tristeza y la soledad que el amor y la vida no son otra cosa que la oportunidad -no importa la edad ni el momento- de volver a empezar, de volver a soñar.

domingo, 31 de julio de 2016

Pasa de todo en esta vida



Pasan el instante, el momento, el día, las horas, el tiempo, pasa todo y de todo, pasan la primavera, el verano, el otoño y el invierno, una y otra vez pasan las estaciones, pasan la niñez, la juventud, la madurez y la vejez, pasan los tiempos buenos y los malos, pasan las tormentas, las desgracias, las tristezas, los fracasos, las soledades, las decepciones y las recepciones, pasan las ilusiones, los sueños, los amores, los desamores, las enfermedades, las alegrías, los éxitos, la gloria, la fama, el olvido, pasan las personas, los buenos, los malos, los indiferentes, los gordos, los flacos, las feas y las bonitas, las inolvidables, las amadas, las detestadas, las desdentadas, las malhumoradas, las maravillosas, pasan y pasan, pasa la vida por encima de uno y no se puede evitar nada de lo que pasa o no pasa. 

Pasa, en fin, el tiempo que nos es dado y un día llega el temido instante en que ya no podemos echar atrás o cerrar los ojos o despertarnos, porque estamos desnudos sin nuestros sueños, nuestras esperanzas y nuestros temores, temblando de miedo frente a la cruda e inexorable realidad. 

Ha llegado el momento de la verdad, de lo único cierto de nuestra vida, que nos hemos vuelto a enamorar.  Y eso es lo que me pasa cuando me ves sonriendo a pesar de todo lo que pasa en la vida

Un hombre en busca del amor

Para Valèria

Soy el que te sueña; el que se inventa en el amor; soy el que sin serlo quisiera ser feliz; el que no quiere despertar de los sueños cuando la vida no es vida, sino soledad... el sueño de alguien que también me sueña...

Soy un hombre que busca el amor... y amar es abrir un camino entre este que sueña y ella que es el sueño.

Soy un creador de sueños...un inventor de amores... Soy un silencio, un instante, una soledad que se sueña amada.


sábado, 30 de julio de 2016

El mandato de los votantes españoles

Cuando los partidos políticos españoles se niegan a dialogar entre sí muestran que sus dirigentes no han entendido qué es democracia y cuál es el mandato que les dieron los electores.
La democracia funciona a través del diálogo y, sobre todo, los partidos no están para imponer sus ideas sino para negociar con los otros partidos los puntos más relevantes de sus programas.
El mandato que les dieron los electores españoles a los partidos es el de que ya no quieren la arrogancia del bipartidismo, sino un cambio hacia una política del pacto, de un cambio hacia nuevas formas de hacer política, más social y sin corrupción.
No quieren a los viejos políticos sinvergüenzas, sino caras nuevas y diferentes. Pero no quieren un cambio radical, sino uno negociado, sereno y pactado entre todos.
Un político sensato e inteligente, aunque puede creer que sus ideas son mejores que las de los demás, entendiende al mismo tiempo que si sus ideas no tienen los suficientes votos de respaldo hay que negociar, porque esa es la voluntad de los ciudadanos.

Es que la voluntad de los ciudadanos no son sólo los que votan por uno, sino la suma de todos.

lunes, 18 de julio de 2016

Mi otro yo



Hay días en que mi otro yo se levanta más temprano que yo. Mientras él hace y deshace por la casa, por la ciudad y por las ideas, yo sigo durmiendo, sigo soñando.

Mi otro yo hace las cosas que a mí no me apetecen, me aburren y que prefiero que las haga él. Él está más adaptado a la realidad que yo. Yo soy caprichoso, subjetivo, perezoso y quisiera estar solo conmigo a todas horas. Pero a mi otro yo sí le gusta la gente, salir, charlar, caminar, comer con otros, trabajar. Allá él, lo mío es disfrutar de cada instante mío y no me preocupo por esas cosas.

A mi otro yo le gusta leer y escribir. A mí también. Por eso cada día por un par de horas nos sentamos los dos entre libros y periódicos y leemos, comentamos y nos reímos de las noticias, o nos devoramos libros o los dejamos de lado cuando nos aburren. Es curioso, pero al escribir los dos somos del mismo parecer y nos gustan los mismos temas. Entre los dos aportamos ideas y puntos de vista que enriquecen lo que escribimos.

De resto mi otro yo y yo llevamos vidas paralelas, pues nuestros intereses son diferentes.

Mi otro yo está pendiente de las personas que los dos queremos. Yo confío plenamente en que mi otro yo le dedica lo mejor de sí a esas personas que han hecho posible con su amor, su tiempo y su generosidad que los dos vivamos tan bien. Mi otro yo y yo no seríamos nada sin esas personas que nos quieren.

A la hora de dormir, mi otro yo se acuesta más temprano. A mí me gusta quedarme a solas, recuperándome de todas las cosas que hace mi otro yo por los dos. Mientras él ya duerme, yo sueño.


Mi otro yo y yo siempre pensamos en ella y a ciertas horas del día nos reunimos a mirarla de lejos y a quererla a escondidas. 

domingo, 3 de julio de 2016

Charla con Laura a la sombra de la catedral de Colonia




Extraño tu respiración tranquila de cuando dormías a mi lado. Me hace falta levantarme temprano, preparar un café y tomármelo frente a la ventana viendo cómo despierta la ciudad sobre la Sabana mientras espero impaciente y feliz a que tú abras los ojos“.


Me lo dice así sin más mientras tomamos un Glühwein en una caseta del Weihnachtsmarkt detrás de la catedral de Colonia. Sus ojos verdes me miran traviesos. Mi sangre se acelera. Sonrío y la tomo por la cintura, la acerco a mí y le doy un beso en su cabeza. No decimos nada. Los dos estamos pensando lo mismo: qué tarde para decirlo. He llegado tantas veces tarde a las cosas importantes de la vida. Nos quedamos así un instante largo mientras cae la nieve suave y constante sobre nosotros.

Laura ha llegado a Colonia por la mañana. Desde el hotel me ha llamado para que nos encontremos en la tarde en el Weihnachtsmarkt. En navidad es mejor no ir en carro a Colonia. Los parqueaderos siempre están llenos. Así que me voy en tren. El RegionalExpress que para en Bruehl y en varias estaciones de Colonia antes de llegar a la estación central que está a los pies de la catedral. En media hora estoy en la ciudad sin tener que preocuparme por el carro. Me encanta montar en tren. Es el medio de transporte más delicioso para alguien como yo que le gusta disfrutar de no hacer nada.

En el tren mientras miro el paisaje rural entre Bonn y Colonia, vuelvo atrás a los días perdidos de la juventud cuando Laura y yo caminábamos Bogotá de arriba a abajo cogidos de la mano, enamorados, besándonos sin importarnos nadie. Íbamos al centro a ver los museos, por las noches a teatro o a la ópera. Después salíamos y entrábamos de un bar al otro y tomábamos algo mientras nuestros ojos y manos se adoraban. Aunque a mí no me gusta el alcohol, pedía cualquier cosa y una cocacola. Sólo me importaba mirarme en los ojos verdes de Laura. Le gustaba bailar y bailábamos amacizados toda la noche. Me encantaba que su perfume sólo lo podía oler si acercaba mi cara a su cuello. Me hundía en él. Era el cielo.

Pero el amor que vive del pasado no es ya amor, es sólo recuerdo, dolor acumulado, pienso mientras la abrazo. A veces siento que esos abrazos nuestros son una manera de aferrarnos a los sueños, a lo que nunca fuimos o seremos. Una manera de no decirle adiós a esos que fuimos cuando todo era posible.

Tu futuro es hoy. Tienes cincuenta y siete años. No puedes dejar nada para mañana. Hoy es tu futuro. Tienes que vivir ahora. No te engañes. El mañana es de los jóvenes. Tú sólo tienes el presente. Piensa en ti. La felicidad está a la mano. Búscala a tu alrededor. No hay felicidad a miles de kilómetros.“

Sabía que me iba a dar un sermón. Por el teléfono ya lo había advertido. Ella viene porque me quiere y protege. Viene a decirme un par de verdades que no quiero oír. Y no las quiero escuchar, porque ya las sé y las estoy ocultando.

Tú que dices que Alemania es el país donde más mujeres guapas hay por kilómetro cuadrado, tiene que haber una para ti, que te quiera como eres, que pueda vivir contigo, que sea tu compañera, que te acompañe a esas mil cosas que siempre has querido hacer y que al fin puedes. Tus hijos ya están grandes y nada ni nadie te impide hacer tu vida, intentar ser feliz. Imagínate una mujer con la que puedas salir cogidos de la mano o abrazarla o besarla en la calle sin que sientas miedo. Deja tus amores imposibles para otra vida.“

Directo y al corazón. Laura no tiene piedad cuando quiere decir su verdad. En este caso es la realidad. El cielo está gris y nieva. Suave y continuo veo como su pelo se cubre de motas blancas de cristal. Tiene la bufanda verde que tanto me gusta y que contrasta con su ropa casi siempre negra. Me dice que es para disimular un par de kilos de más. Pero yo la veo estupenda como siempre. El Weihnachtsmarkt está lleno de gente ruidosa y en movimiento. Me encanta el ambiente navideño de las ciudades alemanas. A nuestro alrededor se oyen las conversaciones, las risas, el ruido de la gente al pisar charcos de agua helada o la nieve derretida. Poco a poco se está oscureciendo. La luz de colores de las casetas y del alumbrado público son como grillos que iluminian la tarde casi noche.

Deja de soñar y vive. Quiérete, por favor, quiérete.“ Me dice al oído con esa mirada cómplice que tiene para dar énfasis a las cosas que le son importantes. Conozco cada gesto suyo, cada cambio de la voz, de la mímica o la forma en que me coge la mano. Son muchos años que nos hemos querido.
"No te digo que no te quiera, pero ella ya escogió su vida. Tú eres su sueño, él es su vida. Sin lugar a dudas eres el amor de su vida, pero él es el hombre de su vida.
Ella está con él, no contigo. Ella se desayuna, charla, se ríe, se abraza, vive y se duerme con él, no contigo. Ella vive con él. Él es su vida, no tú.“

Lo sé. Pero me duele que me lo diga. Es un dolor que nace del estómago y sube al pecho quitándome el aire. Suspiro profundo y miro a lo lejos, a la nada. Soy experto en esos amores con mujeres que sueñan y viven vidas paralelas. Soy un iluso a pesar de la experiencia. Una y otra vez he caído en el mismo círculo de los amores imposibles. No aprendo. Lo sé.

Siempre habrá una buena razón para no verte. Ella visita, sale y se divierte con sus amigos, pero contigo nunca puede.
Deja de soñar. Ella ya escogió su vida. Y no eres tú. No serás tú.“

Me ve que voy a decir algo y agrega dejándome con la palabra en la boca:
Sí, claro que te quiere, que te ama, pero no vive contigo. En ningún momento lo ha pensado de verdad. Lo sueña, porque todos necesitamos soñar para sobrevivir el día a día. Lo sueña, porque eres un sueño para ella. Un escape de la monotonía.“

Ya no quiero ni tengo nada que decir. ¿Qué puedo decir en defensa de ese amor que yo mismo sé que nunca será?. Nada.

Pagamos el Glühwein y nos vamos caminando por entre las miles de personas que van y vienen por la zona peatonal que desemboca a la plaza de la catedral. Vamos despacio entre la multitud. No hablamos, porque con tanta gente no se puede tener una conversación seria. Yo voy ensimismado en la realidad que me está pintando Laura. No me gusta nada. Ni siquiera me pongo furioso. No vale la pena. Me pregunta si entramos a un restaurante. Nos cruzamos en el camino de la gente para poder entrar a un restaurante amplio y lleno casi hasta el tope. Afortunadamente el camarero nos encuentra una mesa para dos cerca a la ventana que da a la zona peatonal. Ideal para charlar. Sé que Laura me va a seguir diciendo cosas. Así que después de pedir dos Coca Colas y una ensalada, espero que ella retome la conversación.

Quiérela. No te digo que la dejes. Pero también quiérete. Encuentra una que sí pueda dormir cada noche contigo, que desayune contigo y que se abrace a ti cuando en la noche hace frío.
¿Cuánto llevas detrás de tu amor imposible? Mucho, demasiado tiempo". Me mira y sonríe. Me coge la mano y sigue hablando.
Y ¿qué ha pasado? Nada. No va a suceder nada. Los sueños no se vuelven realidad. Despierta que la vida se va y no vuelve. Encuentra ya una mujer que se arriesgue a ser feliz contigo. Eso es siempre lo que me dices que quieres. Hazlo. Qué te quiera tanto como para compartir sueños, pan y cama contigo. Una mujer de carne y hueso, no virtual, que te quiera, hable contigo cada día y a todas horas.“

Arriésgate a a ser tú, a quererte. Deja la pendejada para otra vida.“
Me besa y se ríe.
Perdona lo mandona, pero no me gusta verte sufrir. No mereces la tristeza. Te quiero demasiado como para callarme. Así que tienes que soportar mis órdenes y consejos.“
Las gaseosas no las hemos probado. Pero tengo sed y me tomo un largo trago de cococola con un ligero sabor a limón. Está fría y burbujea en la boca.
El mundo no se acaba cuando se termina una relación. La vida continúa. La gente no es para siempre. Recuerda lo que tanto dices: nacemos, vivimos y morimos solos. Que nadie te complique la vida sin necesidad. No nacemos para sufrir, nacemos para vivir.
Ya es hora de que te goces la vida. Deja atrás el ayer. Vive hoy y vive lo posible, no para lo imposible.
Te quiero. Eres el hombre que más he querido. Perdóname por no haberme quedado contigo hace tantas vidas“
No hay nada qué perdonar. Eres como eres y te acepté y acepto como eres.“ respondo desde el fondo de mi tristeza. No tristeza por ella, sino por mí, por los sueños que he condenado a no volverse realidad. También furia por sentirme así, por no ponerme en el lugar de ella, que no tiene por qué pedirme perdón por tener una vida propia y plena. No veo la realidad. Estoy en mi mente. En ese universo en el que vivo casi todo el tiempo. Esa otra realidad mía que prefiero a la realidad de los otros. Laura me está mirando con una sonrisa grave. Vuelvo a ella, a nosotros, a esta Colonia navideña. Se oye el concierto para violín orquesta opus 61 de Beethoven.
-¿Todo bien, lindo?- me pregunta con su mano apretando la mía. Cuántas veces he oído esa misma pregunta de sus labios. Siempre en momentos en que nada estaba bien para mí. O todo estaba bien, menos el amor.
Alzo los ojos, la miro y suspiro. No digo nada. ¿Qué podría decir? Si amo a esa mujer y no me interesa otra. Si lo único que quiero es estar entre sus brazos y sus sueños.
La noche nos duele a los dos. Nos deja exhaustos. Ella ha venido a estar conmigo, porque sabe que estoy triste. Y yo sé que ella tiene razón, pero a mi amor eso lo tiene sin cuidado, porque sólo piensa en ella, la ausente.

Escríbeme con tu puño y letra el poema que sabes que más me gusta.“ Me dice mientras clava esos ojos verdes que todo lo logran. Me arranca de mis pensamientos que me persiguen y que cuestionan ese amor imposible. Me río y saca de su cartera Speedy de Louis Vuitton una libreta de cuero sin estrenar y me la da.
Escribo en la segunda página de su libreta ese poema que tanto ama:

No basta con saber
que me quieres.
Necesito que lo escribas
beso a beso
sobre mi piel.


Me repite que ella siempre ha pensado que lo escribí pensando en ella. Sólo sonrío y escribo mi nombre bajo el poema. La miro sabiendo que por un tiempo largo no nos veremos. Ella mete la libreta en su bolso.
Más tarde, después de recorrer el Weihnachtsmarkt, entrar a un par de almacenes, visitar de nuevo el Museo Romano y la catedral, la acompaño a la estación central que está a los pies del Dom a que tome el Thalys que la lleva de regreso a París. Ha sido una tarde y noche larga y para mí con sabor amargo.
Al despedirnos nos miramos un largo rato, nos besamos y nos abrazamos con esa fuerza de los que no saben cuándo se volverán a ver.

El amor es igual a la relación de un poeta con su poesía. Mientras nace, crece y se va escribiendo la poesía es un continuo ser cada vez menos uno y más el poema. Llega un momento en que uno no es sin el poema. El poema lo es todo para uno. Sólo el poema y el poeta existen. Se han enamorado el uno del otro. Los dos saben que si en el otro no son. Sienten que su destino es estar siempre juntos. Creen que no habrá otro poema ni otro poeta que iguale esa atracción total de los dos. Pero llega el día en que el poema se publica y a los lectores les gusta. Los atrae y y se sienten dueños de él. Sin darse cuenta el poema deja de ser del poeta y se vuelve de los lectores. Aunque poema y poeta saben que el uno sigue siendo para el otro, la realidad los ha desbordado y ya no hay tiempo para que los dos estén uno en frente del otro como era antes. Ahora la realidad manda y los mantiene separados y los irá alejando día a día, lector a lector.
Así el amor es al comienzo una relación perfecta de dos. Los dos saben que no hay nada fuera del amor que se profesan, de la pasión que sienten, del deseo que crece por sus cuerpos sin cesar. Pero llega el día en que la realidad los aleja, los devuelve a su propia monotonía, a su diario vivir y ya no hay manera de volver a ser lo que una vez fueron.
Ya de regreso a Bonn, en el tren lleno de trabajadores que regresan a casa, pienso mientras miro las luces que pasan a lo lejos, que de todos mis amores sólo la tristeza deja todo por estar conmigo.