lunes, 18 de julio de 2016

Mi otro yo



Hay días en que mi otro yo se levanta más temprano que yo. Mientras él hace y deshace por la casa, por la ciudad y por las ideas, yo sigo durmiendo, sigo soñando.

Mi otro yo hace las cosas que a mí no me apetecen, me aburren y que prefiero que las haga él. Él está más adaptado a la realidad que yo. Yo soy caprichoso, subjetivo, perezoso y quisiera estar solo conmigo a todas horas. Pero a mi otro yo sí le gusta la gente, salir, charlar, caminar, comer con otros, trabajar. Allá él, lo mío es disfrutar de cada instante mío y no me preocupo por esas cosas.

A mi otro yo le gusta leer y escribir. A mí también. Por eso cada día por un par de horas nos sentamos los dos entre libros y periódicos y leemos, comentamos y nos reímos de las noticias, o nos devoramos libros o los dejamos de lado cuando nos aburren. Es curioso, pero al escribir los dos somos del mismo parecer y nos gustan los mismos temas. Entre los dos aportamos ideas y puntos de vista que enriquecen lo que escribimos.

De resto mi otro yo y yo llevamos vidas paralelas, pues nuestros intereses son diferentes.

Mi otro yo está pendiente de las personas que los dos queremos. Yo confío plenamente en que mi otro yo le dedica lo mejor de sí a esas personas que han hecho posible con su amor, su tiempo y su generosidad que los dos vivamos tan bien. Mi otro yo y yo no seríamos nada sin esas personas que nos quieren.

A la hora de dormir, mi otro yo se acuesta más temprano. A mí me gusta quedarme a solas, recuperándome de todas las cosas que hace mi otro yo por los dos. Mientras él ya duerme, yo sueño.


Mi otro yo y yo siempre pensamos en ella y a ciertas horas del día nos reunimos a mirarla de lejos y a quererla a escondidas. 

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