domingo, 3 de julio de 2016

Charla con Laura a la sombra de la catedral de Colonia




Extraño tu respiración tranquila de cuando dormías a mi lado. Me hace falta levantarme temprano, preparar un café y tomármelo frente a la ventana viendo cómo despierta la ciudad sobre la Sabana mientras espero impaciente y feliz a que tú abras los ojos“.


Me lo dice así sin más mientras tomamos un Glühwein en una caseta del Weihnachtsmarkt detrás de la catedral de Colonia. Sus ojos verdes me miran traviesos. Mi sangre se acelera. Sonrío y la tomo por la cintura, la acerco a mí y le doy un beso en su cabeza. No decimos nada. Los dos estamos pensando lo mismo: qué tarde para decirlo. He llegado tantas veces tarde a las cosas importantes de la vida. Nos quedamos así un instante largo mientras cae la nieve suave y constante sobre nosotros.

Laura ha llegado a Colonia por la mañana. Desde el hotel me ha llamado para que nos encontremos en la tarde en el Weihnachtsmarkt. En navidad es mejor no ir en carro a Colonia. Los parqueaderos siempre están llenos. Así que me voy en tren. El RegionalExpress que para en Bruehl y en varias estaciones de Colonia antes de llegar a la estación central que está a los pies de la catedral. En media hora estoy en la ciudad sin tener que preocuparme por el carro. Me encanta montar en tren. Es el medio de transporte más delicioso para alguien como yo que le gusta disfrutar de no hacer nada.

En el tren mientras miro el paisaje rural entre Bonn y Colonia, vuelvo atrás a los días perdidos de la juventud cuando Laura y yo caminábamos Bogotá de arriba a abajo cogidos de la mano, enamorados, besándonos sin importarnos nadie. Íbamos al centro a ver los museos, por las noches a teatro o a la ópera. Después salíamos y entrábamos de un bar al otro y tomábamos algo mientras nuestros ojos y manos se adoraban. Aunque a mí no me gusta el alcohol, pedía cualquier cosa y una cocacola. Sólo me importaba mirarme en los ojos verdes de Laura. Le gustaba bailar y bailábamos amacizados toda la noche. Me encantaba que su perfume sólo lo podía oler si acercaba mi cara a su cuello. Me hundía en él. Era el cielo.

Pero el amor que vive del pasado no es ya amor, es sólo recuerdo, dolor acumulado, pienso mientras la abrazo. A veces siento que esos abrazos nuestros son una manera de aferrarnos a los sueños, a lo que nunca fuimos o seremos. Una manera de no decirle adiós a esos que fuimos cuando todo era posible.

Tu futuro es hoy. Tienes cincuenta y siete años. No puedes dejar nada para mañana. Hoy es tu futuro. Tienes que vivir ahora. No te engañes. El mañana es de los jóvenes. Tú sólo tienes el presente. Piensa en ti. La felicidad está a la mano. Búscala a tu alrededor. No hay felicidad a miles de kilómetros.“

Sabía que me iba a dar un sermón. Por el teléfono ya lo había advertido. Ella viene porque me quiere y protege. Viene a decirme un par de verdades que no quiero oír. Y no las quiero escuchar, porque ya las sé y las estoy ocultando.

Tú que dices que Alemania es el país donde más mujeres guapas hay por kilómetro cuadrado, tiene que haber una para ti, que te quiera como eres, que pueda vivir contigo, que sea tu compañera, que te acompañe a esas mil cosas que siempre has querido hacer y que al fin puedes. Tus hijos ya están grandes y nada ni nadie te impide hacer tu vida, intentar ser feliz. Imagínate una mujer con la que puedas salir cogidos de la mano o abrazarla o besarla en la calle sin que sientas miedo. Deja tus amores imposibles para otra vida.“

Directo y al corazón. Laura no tiene piedad cuando quiere decir su verdad. En este caso es la realidad. El cielo está gris y nieva. Suave y continuo veo como su pelo se cubre de motas blancas de cristal. Tiene la bufanda verde que tanto me gusta y que contrasta con su ropa casi siempre negra. Me dice que es para disimular un par de kilos de más. Pero yo la veo estupenda como siempre. El Weihnachtsmarkt está lleno de gente ruidosa y en movimiento. Me encanta el ambiente navideño de las ciudades alemanas. A nuestro alrededor se oyen las conversaciones, las risas, el ruido de la gente al pisar charcos de agua helada o la nieve derretida. Poco a poco se está oscureciendo. La luz de colores de las casetas y del alumbrado público son como grillos que iluminian la tarde casi noche.

Deja de soñar y vive. Quiérete, por favor, quiérete.“ Me dice al oído con esa mirada cómplice que tiene para dar énfasis a las cosas que le son importantes. Conozco cada gesto suyo, cada cambio de la voz, de la mímica o la forma en que me coge la mano. Son muchos años que nos hemos querido.
"No te digo que no te quiera, pero ella ya escogió su vida. Tú eres su sueño, él es su vida. Sin lugar a dudas eres el amor de su vida, pero él es el hombre de su vida.
Ella está con él, no contigo. Ella se desayuna, charla, se ríe, se abraza, vive y se duerme con él, no contigo. Ella vive con él. Él es su vida, no tú.“

Lo sé. Pero me duele que me lo diga. Es un dolor que nace del estómago y sube al pecho quitándome el aire. Suspiro profundo y miro a lo lejos, a la nada. Soy experto en esos amores con mujeres que sueñan y viven vidas paralelas. Soy un iluso a pesar de la experiencia. Una y otra vez he caído en el mismo círculo de los amores imposibles. No aprendo. Lo sé.

Siempre habrá una buena razón para no verte. Ella visita, sale y se divierte con sus amigos, pero contigo nunca puede.
Deja de soñar. Ella ya escogió su vida. Y no eres tú. No serás tú.“

Me ve que voy a decir algo y agrega dejándome con la palabra en la boca:
Sí, claro que te quiere, que te ama, pero no vive contigo. En ningún momento lo ha pensado de verdad. Lo sueña, porque todos necesitamos soñar para sobrevivir el día a día. Lo sueña, porque eres un sueño para ella. Un escape de la monotonía.“

Ya no quiero ni tengo nada que decir. ¿Qué puedo decir en defensa de ese amor que yo mismo sé que nunca será?. Nada.

Pagamos el Glühwein y nos vamos caminando por entre las miles de personas que van y vienen por la zona peatonal que desemboca a la plaza de la catedral. Vamos despacio entre la multitud. No hablamos, porque con tanta gente no se puede tener una conversación seria. Yo voy ensimismado en la realidad que me está pintando Laura. No me gusta nada. Ni siquiera me pongo furioso. No vale la pena. Me pregunta si entramos a un restaurante. Nos cruzamos en el camino de la gente para poder entrar a un restaurante amplio y lleno casi hasta el tope. Afortunadamente el camarero nos encuentra una mesa para dos cerca a la ventana que da a la zona peatonal. Ideal para charlar. Sé que Laura me va a seguir diciendo cosas. Así que después de pedir dos Coca Colas y una ensalada, espero que ella retome la conversación.

Quiérela. No te digo que la dejes. Pero también quiérete. Encuentra una que sí pueda dormir cada noche contigo, que desayune contigo y que se abrace a ti cuando en la noche hace frío.
¿Cuánto llevas detrás de tu amor imposible? Mucho, demasiado tiempo". Me mira y sonríe. Me coge la mano y sigue hablando.
Y ¿qué ha pasado? Nada. No va a suceder nada. Los sueños no se vuelven realidad. Despierta que la vida se va y no vuelve. Encuentra ya una mujer que se arriesgue a ser feliz contigo. Eso es siempre lo que me dices que quieres. Hazlo. Qué te quiera tanto como para compartir sueños, pan y cama contigo. Una mujer de carne y hueso, no virtual, que te quiera, hable contigo cada día y a todas horas.“

Arriésgate a a ser tú, a quererte. Deja la pendejada para otra vida.“
Me besa y se ríe.
Perdona lo mandona, pero no me gusta verte sufrir. No mereces la tristeza. Te quiero demasiado como para callarme. Así que tienes que soportar mis órdenes y consejos.“
Las gaseosas no las hemos probado. Pero tengo sed y me tomo un largo trago de cococola con un ligero sabor a limón. Está fría y burbujea en la boca.
El mundo no se acaba cuando se termina una relación. La vida continúa. La gente no es para siempre. Recuerda lo que tanto dices: nacemos, vivimos y morimos solos. Que nadie te complique la vida sin necesidad. No nacemos para sufrir, nacemos para vivir.
Ya es hora de que te goces la vida. Deja atrás el ayer. Vive hoy y vive lo posible, no para lo imposible.
Te quiero. Eres el hombre que más he querido. Perdóname por no haberme quedado contigo hace tantas vidas“
No hay nada qué perdonar. Eres como eres y te acepté y acepto como eres.“ respondo desde el fondo de mi tristeza. No tristeza por ella, sino por mí, por los sueños que he condenado a no volverse realidad. También furia por sentirme así, por no ponerme en el lugar de ella, que no tiene por qué pedirme perdón por tener una vida propia y plena. No veo la realidad. Estoy en mi mente. En ese universo en el que vivo casi todo el tiempo. Esa otra realidad mía que prefiero a la realidad de los otros. Laura me está mirando con una sonrisa grave. Vuelvo a ella, a nosotros, a esta Colonia navideña. Se oye el concierto para violín orquesta opus 61 de Beethoven.
-¿Todo bien, lindo?- me pregunta con su mano apretando la mía. Cuántas veces he oído esa misma pregunta de sus labios. Siempre en momentos en que nada estaba bien para mí. O todo estaba bien, menos el amor.
Alzo los ojos, la miro y suspiro. No digo nada. ¿Qué podría decir? Si amo a esa mujer y no me interesa otra. Si lo único que quiero es estar entre sus brazos y sus sueños.
La noche nos duele a los dos. Nos deja exhaustos. Ella ha venido a estar conmigo, porque sabe que estoy triste. Y yo sé que ella tiene razón, pero a mi amor eso lo tiene sin cuidado, porque sólo piensa en ella, la ausente.

Escríbeme con tu puño y letra el poema que sabes que más me gusta.“ Me dice mientras clava esos ojos verdes que todo lo logran. Me arranca de mis pensamientos que me persiguen y que cuestionan ese amor imposible. Me río y saca de su cartera Speedy de Louis Vuitton una libreta de cuero sin estrenar y me la da.
Escribo en la segunda página de su libreta ese poema que tanto ama:

No basta con saber
que me quieres.
Necesito que lo escribas
beso a beso
sobre mi piel.


Me repite que ella siempre ha pensado que lo escribí pensando en ella. Sólo sonrío y escribo mi nombre bajo el poema. La miro sabiendo que por un tiempo largo no nos veremos. Ella mete la libreta en su bolso.
Más tarde, después de recorrer el Weihnachtsmarkt, entrar a un par de almacenes, visitar de nuevo el Museo Romano y la catedral, la acompaño a la estación central que está a los pies del Dom a que tome el Thalys que la lleva de regreso a París. Ha sido una tarde y noche larga y para mí con sabor amargo.
Al despedirnos nos miramos un largo rato, nos besamos y nos abrazamos con esa fuerza de los que no saben cuándo se volverán a ver.

El amor es igual a la relación de un poeta con su poesía. Mientras nace, crece y se va escribiendo la poesía es un continuo ser cada vez menos uno y más el poema. Llega un momento en que uno no es sin el poema. El poema lo es todo para uno. Sólo el poema y el poeta existen. Se han enamorado el uno del otro. Los dos saben que si en el otro no son. Sienten que su destino es estar siempre juntos. Creen que no habrá otro poema ni otro poeta que iguale esa atracción total de los dos. Pero llega el día en que el poema se publica y a los lectores les gusta. Los atrae y y se sienten dueños de él. Sin darse cuenta el poema deja de ser del poeta y se vuelve de los lectores. Aunque poema y poeta saben que el uno sigue siendo para el otro, la realidad los ha desbordado y ya no hay tiempo para que los dos estén uno en frente del otro como era antes. Ahora la realidad manda y los mantiene separados y los irá alejando día a día, lector a lector.
Así el amor es al comienzo una relación perfecta de dos. Los dos saben que no hay nada fuera del amor que se profesan, de la pasión que sienten, del deseo que crece por sus cuerpos sin cesar. Pero llega el día en que la realidad los aleja, los devuelve a su propia monotonía, a su diario vivir y ya no hay manera de volver a ser lo que una vez fueron.
Ya de regreso a Bonn, en el tren lleno de trabajadores que regresan a casa, pienso mientras miro las luces que pasan a lo lejos, que de todos mis amores sólo la tristeza deja todo por estar conmigo.




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