sábado, 23 de mayo de 2020

Del instante, de la belleza, del ser y de la monotonía











Ya los veo. Es decir, los imagino a cada uno en su reino, su territorio de monotonía del que no pueden huir. Allí están. Es decir estamos, porque todos estamos atrapados en la monotonía. Porque la vida no es un encadenamiento de sucesos únicos e irrepetibles. Porque París es una fiesta, pero la vida no. Al contrario, es una secuencia de hechos, ritos y costumbres que se repiten una y otra vez de la mañana a la noche hora tras hora, día tras día, semana tras semana durante nuestra vida. 
 
Durante mi ya larga monotonía me he escondido de ésta en los libros, los juegos, los sueños y la escritura. Como dicen por ahí, he matado el tiempo viviendo mil otras vidas en mi mente. 
 
En el aburrimiento de la repetición he encontrado placer en detener el tiempo, en captar el instante con fotos. Una manera de hacer que pase algo donde no pasa nada. Fotografío todo el tiempo. Todo lo que veo, lo destacado y lo desapercibido, lo grande y lo chiquito, la gente, las cosas, la naturaleza, todo aquello que me rodea. Esa parte de mí que sin ser yo es también mi yo, el universo en que soy. Universo que suele ser pequeño pero lleno de sorpresas y belleza o feura o tristeza o descuido. Captar el detalle, la efímera realidad con la dureza o delicadeza de las cosas. Una manera de nostalgía que llevo dentro porque nunca seré un dios, pero intuyo cielos y olimpos en todas las cosas. 
 
Les muestro algunas de las flores y matas de mi cuarto...tan calladas y bellas compañeras de mi vida. Solo porque estoy aburrido, por supuesto.