No
habrá otra larga caminada a orillas del Guadalquivir, ni volveremos
a comer fish and chips en un kiosco bajo la lluvia en Londres, ni
correremos y bailaremos en otra noche de verano en París, no
nadaremos como tantas veces en una isla perdida del Caribe, no nos
esconderemos a besarnos una y otra vez en las calles de la Medina de
Marrakech como ese lejano día de nuestro amor, no nos tomaremos de
la mano debajo de la mesa en esas largas charlas con los amigos
mientras mirabamos atardecer a orillas del Báltico, ni nos reiremos
de nuevo al oír por sorpresa esa canción que tanto nos gustó en el
bullicio de Manhattan o ese verso que te escribí que le oímos a un
joven cuando se lo susurraba al oído a su amor en un bar de Bilbao.
Tú
y yo no volveremos.
Pero
no habrá tiempo, distancia o silencio que haga posible que yo te
deje de soñar
pues fuiste el mejor momento de mi vida, cuando intuí la eternidad,
el amor que se da sin esperar nada a cambio.
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