jueves, 14 de febrero de 2013

Un viaje inesperado el día de San Valentín.




4:00 am. Bonn esta durmiendo profunda. El sonido de un avión se oye casi perdido a lo lejos. Estoy solo en la casa. Me quedé dormido temprano viendo televisión. Me desperté hace media hora y se desarrolla en mí una batalla singular: tengo hambre mucha hambre y no sé si debo levantarme de esta silla tan cómoda, quitarme la cobija deliciosa, lanzarme a través del frío y llegar hasta la nevera, abrirla y prepararme un sándwich de queso y jamón. O algo mejor, levantarme, ir al aeropuerto, volar hasta donde estás, golpear a tu puerta y decirte: 
No sé quién o dónde está San Valentín, pero me muero de hambre de ti y lo que yo quiero, amor mío, es que estés a mi lado siempre  y comernos la  vida entera a mordiscos, a versos y a besos. 


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