viernes, 13 de febrero de 2015

Las maravillosas mujeres



En verano, las mujeres son más guapas. Salen de casa con sus vestidos ligeros, sus sueños a flor de piel y llenan las calles con su presencia. La ciudad se impregna de sensualidad, de ojos con miradas infinitas, pieles suaves, pecas y deseos . Hacia donde mire hay mujeres y promesas de amor. Y están las adolescentes siempre riendo, en grupo, nerviosas, inocentes, con sus hot pants que son una invitación a los sueños, al ayer, a la vida en busca del amor. La calle es una algarabía, ruido de carros, de personas, de expectativas, de ilusiones. El mundo está ebrio de verano. Qué maravilla que existan las mujeres que son la vida, mi vida, mis sueños, mi alegría y mi poesía. Amo la vida, porque está llena de mujeres.


He amado a las mujeres tanto como a la poesía. Ellas son la poesía. Me gustan más que nada ni nadie. 

Aunque por mucho tiempo ni siquiera les hablaba. Sólo las miraba y las aprendía de lejos. Muchas me quisieron y me quieren. Pero sólo tres me han amado y he amado sin límites, con total entrega. Tres son eternas para mí. Pero también son pasado. Ahora vivo solo. Estoy solo y me siento bien así. A nadie molesto ni nadie me exige nada. Estoy en paz con el amor. Sé que no es posible hacer feliz a nadie. Sé que el amor es pasajero. Sé que soñamos amores para siempre, pero no es posible. Somos inconstantes, cambiantes y no podemos quedarnos en un lugar quietos y tampoco en un amor. Somos trashumantes de la vida, estamos partiendo hacia otros yos que nos esperan. El amor es eterno como concepto y pasajero como realidad.

No estoy amargado por ello. Creo que un día llegará otro amor y quizá éste sea el último y el mejor. Y con demasiada suerte, para el resto de mi vida.

Te amo y me extravío en la música táctil de tu sexo, en la callada quietud de tus asombros, y el tiempo que no es mío de alguna manera esencial nos pertenece”
Víctor Paz Otero

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