"Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza."
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza."
Piedad Bonnett
Es como la muerte separarse de alguien a quien uno ama.
De repente está uno
frente a un tiempo vacío que antes llenaba la otra persona. Ahora
sólo queda el recuerdo para aferrarse a algo que no lo mate del
todo. Un recuerdo avasallador que lo persigue a uno adonde vaya.
También están en medio de nuestra vida todas las cosas,
instantes, palabras y lugares compartidos. Ellos siguen con uno en el
diario vivir. Se atraviesan todo el tiempo, nos acompañan y hasta
duermen con uno.
La vida se vuelve una
lucha para evitar la presencia de la otra persona. Y la pelea contra
los sentimientos que siguen ahí esperando en vano.
Uno se divide entre el
todopoderoso yo que era con la otra persona y este nuevo, pequeño y
vulnerable yo que trata de seguir adelante sin mirar atrás.
Uno trata de negar a
ese uno que hasta ayer era para sobrevivir, para no morir a cada
instante, para que no se le escurran las lágrimas delante de los otros.
Y así, sin la
esperanza y los sueños de ayer, se levanta uno todos los días y le
sonríe a la vida, mientras por dentro se muere.
Y se muere por entender
por qué uno y no otro, por qué quería más al otro que a uno.
Y así se muere uno
todos los días.
Bonito texto...
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