Yo
quiero la verdad, la justicia, la alegría, la buena comida, el amor,
los ratos de ocio, a los panaderos que hacen posible que a las cinco
de la tarde haya pan blandito caliente, a las mujeres que me aman, a
los que viven del cuento, a los que se ríen y dejan que otros se
rían, a los que trabajan para que yo tenga una vida mejor, a los
médicos, las cenas charladas, a los libreros, a los que nunca se han
jodido a otros, a los que viven y dejan vivir, a los músicos y a los
actores, la banalidad que hace soportable el infierno, la siesta, el
descanso, la lectura, la libertad de no hacer lo que no queremos, a
las mujeres, a los niños siempre, la bajada de precios y el alza de
los salarios, a los campesinos que hacen posible nuestro pan de cada
día, a los callados, a los tranquilos, a los solitarios, a las que
me dicen cosas bonitas, las ocho horas mínimas de dormir, los
quickies, la espontaneidad y la reflexión, a los pacíficos, al
Santa Fé, los derechos del hombre, los izquierdos de la mujer, la
trivialidad, las rebajas de otoño, que la vida valga la alegría y
no la pena, y sobretodo la quiero a ella que ha compartido conmigo su
universo y porque con ella mi vida y los sueños han sido
posibles.
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