Un
día, al fín, llegará el día menos pensado: me despertaré por
última vez, me levantaré despacio y me acercaré a la ventana para
ver esa vida que no volverá a ser mía. Abriré la ventana y dejaré
que el aire fresco de la mañana invada la habitación, llene mis
pulmones una vez más y recuerde para siempre por qué es que valió
la pena haber vivido. Desayunaré un café con croasán. Me ducharé.
Oleré a jabón y a limpio. Saldré a la calle y me iré de mí sin
voltear a mirar atrás lo que ya no es.
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