domingo, 12 de julio de 2015

Recordando a Heinrich Böll





Oscurecía ya cuando llegué a Bonn, y me forcé esta vez a no poner en marcha el piloto automático que en cinco años de viajar se ha formado en mi interior: bajar las escaleras del andén, subir las escaleras del andén, dejar maleta, sacar billete del bolsillo del abrigo, recoger maleta, entregar billete, al puesto de periódicos, comprar periódicos de la tarde, salir a la calle, llamar un taxi. Durante cinco años partí yo casi todos los días de algún punto y llegué a cualquier otro punto, por la mañana subía y bajaba las escaleras de la estación, por la tarde bajaba y subía la escaleras de la estación, tomaba taxis, buscaba dinero en el bolsillo de mi chaqueta para pagar al conductor, compré periódicos en el quiosco, y en algún rincón de mi conciencia disfruté la incuria minuciosamente estudiada de este piloto automático. Desde que Marie me ha abandonado para casarse con este católico, Züpner, el funcionamiento se ha hecho todavía más automático, sin perder su incuria."
Comienzo de Opiniones de un payaso de Heinrich Böll



El 16 de julio se cumplirán treinta años de la muerte del escritor alemán, Heinrich Böll.

Siento un profundo respeto por su obra, por su pensamiento político y su humanismo. Si alguien fuera un ejemplo para otros, él sería el mío.

Heinrich Böll nació en Colonia en 1917 en el seno de una familia trabajadora. De 1939 a 1945 sirvió como soldado en el ejercito alemán. Allí comenzó a escribir cartas a su familia, que después serían publicadas. En 1972 obtuvo el Premio Nobel de Literatura, siendo el primer alemán después de la guerra en recibir dicha distinción.

La lectura de “Ansichten eines Clowns” fue para mí un descubrimiento y una fascinación por el autor.

El protagonista, Hans Schnier, ha decidido en contra de la voluntad de su familia no ser político o empresario y dedicarse, sino payaso. Oficio en el que tiene éxito. Muy joven comienza una relación con María Derkum, una joven católica conservadora. Durante seis años tienen una relación estable, que comienza a tener problemas cuando deciden casarse. Aunque el cede a todas las exigencias de ella, ésta lo abandona y le deja una nota en que escribe “ Debo seguir el camino, que debo recorrer”. Desde ese momento comienza la caída en el alcoholismo y la carrera se va al traste.
Llama a su familia, que ha surgido durante el nacionalsocialismo, peor no encuentra en ella respuesta ni afecto. Tampoco en su maestro de la escuela, que les inculcó el nazismo. Cuando Schnier ve la metamorfosis sigilosa y sin remilgos de su familia y de la Alemania nazi en la Alemania Federal y democrática siente un profundo asco.
La obra finaliza de forma patética cuando el protagonista se sienta en los escalones de la estación de Bonn y pone un sombrero y empieza a cantar: Der arme Papst Johannes , hört nicht die CDU , er ist nicht Müllers Esel, er will nicht Müllers Kuh.“ (El pobre papa Juan, no escucha a la CDU, no es el burro de Müller, no quiere ser la vaca de Müller). La gente lo confunde con un mendigo, quizá sea el deseo de Schnier, y tira monedas en el sombrero.

El libro es una metáfora de esa conversión súbita de los alemanes nazis a los alemanes demócratas. También es una crítica a la Iglesia Católica y la religión en general.

«"Los católicos me ponen nervioso", dije, "porque juegan sucio.""¿Y los protestantes? ", preguntó riendo. "Me irritan con su manoseo de las conciencias." "¿Y los ateos ?" guía riéndose. "Me aburren porque siempre hablan de Dios."»

Después leí “Billiard um halb zehn”, “Gruppenbild mit Dame”, que me impresionó porque fue la primera vez que un personaje era descrito por los demás personajes y en la medida en que se veían los diferentes puntos de vista se transformaba el personaje en otro diferente al que pensábamos que era. Y por último leí “Die verlorene Ehre der Katharina Blum”, que trata sobre la RAF y la realidad que vivió Alemania en los años Setenta.

Heinrich Böll se dedicó a ayudar a los escritores rusos encarcelados en los Gulags soviéticos o clínicas de reposo. Entre ellos Alexander Solzhenitsyn. Apoyó las campañas contra el estacionamiento de cohetes Pershing en Alemania y el pacifismo.

Después de tanto tiempo aún me conmueve el personaje de Hans Schnier y su autor Heinrich Böll.


Seis marcos con setenta era para Leo una respetable suma. Para mí también lo era, de momento. Pero probablemente no sabía él aún que yo, como decían en casa, "de momento estaba sin ingresos". Dije: "Bien, Leo, muchas gracias; cómprame un paquete de cigarrillos cuando vengas." Le oí carraspear, no dijo nada, y pregunté: "¿Me oyes, verdad?" Puede que se hubiese ofendido al pedirle que me comprase cigarrillos con su dinero. "Sí, sí", dijo, "sólo que...", se atascó, tartamudeó: "Siento mucho decírtelo, pero no podré venir." "¿Cómo?", grité, "¿que no podrás venir?" "Son ya las nueve menos cuarto", dijo, "y debo estar a las nueve en el seminario." "Y si llegas tarde", dije, "¿te excomulgan?" "No bromees", dijo ofendido.”
Final de Opiniones de un payaso de Heinrich Böll 

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