sábado, 25 de julio de 2015

La tarde en que fui a ver a Willy DeVille








As a tear fades away
And the dawn drives a lovers eyes
No more tears, they're all gone
Just believe this will always be
My heart in your hand
Knows that all this belongs to me
And like a child there I stand
While your heart sings inside of me
One dream of my life
One night in eternity
The wind whispers soft to me
And heaven stood still
One Side of the dawn
Knows that all this belongs to me
One celestial rhapsody
And heaven stood still
Willy DeVille



La tarde en que fui a ver a Willy DeVille en concierto no sabía que estaba a punto de morir, que la muerte que pronto vendría a visitarme, estaba comiéndose a Willy por dentro. Fue una tarde única de verano del 2008 en Bielefeld. Tomamos el tren al amanecer para llegar temprano. Me acompañaba una amiga que compartía conmigo el amor por el rock y  la poesía. 

 Estuvimos cantando a grito pelao con Willy „demasiado corazón“. Bailamos y nos acariciamos con el descaro de que da saber que el mundo no es de nadie y nadie es dueño de nuestros sentimientos. Éramos felices como sólo los irresponsables lo pueden ser. Yo había perdido toda esperanza de regresar a Colombia, a esa lejana vida que me mantuvo atado al ayer. Ya no era el mismo que salió una noche de Bogotá asustado, joven e inocente para salvar la vida. Y al salvarla perderla para siempre. Al menos esa vida que debí haber vivido en Bogotá contigo. 

Pero esa tarde calurosa de amor, música y olvido no pensaba en ti ni en nadie. Salvo en mí: un extranjero en todas partes sin un lugar adonde volver o adonde ir. Nadie me esperaba más ni yo buscaba a alguien a quien regresar. Mi vida era un paréntesis entre una nada y otra. No me hallaba. No era de nadie. 

Era libre y eso es lo peor que nos puede pasar. La libertad es aterradora. Siempre me he sentido más cómodo entre límites y fronteras. Una manera, creo, de echarle la culpa a otros de mis propias limitaciones. Pero si no era feliz, la pasaba contento, al menos. O eso creo recordar ahora que también yo estoy muriendo como ese día Willy DeVille lo hacía cantando en un concierto de verano en Bielefeld.

No hay comentarios:

Publicar un comentario