“Juventud,
divino tesoro, te vas para no volver” qué cierto es.
Pero
la alegría de la vida no me la quita nadie. Sentir el verano que
corre feliz por mi cuerpo y que florece en las calles, plazas y ríos
de mi vida. El placer de mirar y ser mirado, del instante en que una
estrella alumbra el gesto de ella que aún me quiere. La dicha de
bailar, de cantar y de decirle a los que me llevan en su corazón que los quiero
hoy, aquí y ahora.
La
vida es pasajera, pero mientras viva será eterna para mí.
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