El
amor es eterno. Nosotros somos pasajeros, efímeros y fugaces. No
alcanzamos a llegar, cuando ya nos vamos. Siempre estamos partiendo.
La llegada es la partida.
Todo lo que logramos lo volvemos a perder. Por un instante nos es dado el éxito, la felicidad, la gloria y la eternidad. Luego, todo se va, se acaba, se transforma, se disuelve. Y ya no es. Así es nuestra vida.
Pero el amor queda. Enorme, inconmensurable, eterno, ilimitado. El recuerdo del amor es espeso, denso y nos envuelve del todo hasta aplastarnos.
El amor nos deshace. Nos devuelve a la nada. Nos recuerda que estamos acá por un instante de eternidad y nada más.
Todo lo que logramos lo volvemos a perder. Por un instante nos es dado el éxito, la felicidad, la gloria y la eternidad. Luego, todo se va, se acaba, se transforma, se disuelve. Y ya no es. Así es nuestra vida.
Pero el amor queda. Enorme, inconmensurable, eterno, ilimitado. El recuerdo del amor es espeso, denso y nos envuelve del todo hasta aplastarnos.
El amor nos deshace. Nos devuelve a la nada. Nos recuerda que estamos acá por un instante de eternidad y nada más.
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