domingo, 12 de octubre de 2014

Seguía enamorado





Seguía enamorado
a pesar de que ella era
sólo un recuerdo,
un olvido maravilloso
en mi memoria.


Pero por más amor a ella, nunca logro del todo saber qué siente. El amor nos atrae, pero no nos convierte ni en sabios ni en adivinos. Vamos como ciegos acercándonos al otro, intuyéndolo, imaginándolo, descubriendo un ser que a cada instante es distinto. Amamos, pero no somos el otro. Ni siquiera logro comprender bien lo que siento cuando llamo a esta fuerza irresistible que me arrastra a ella, amor. El amor se basa en una certeza, en la fe que ponemos en que el otro de una manera que no comprendemos se ha acercado tanto a nosotros que también siente con nosotros el fuego, el hielo y las emociones que todo el tiempo nos están embargando cuando el otro es parte nuestra. Este amor mío, que siento como amor nuestro, es una atracción tan fuerte, un llamado del otro permanente, una necesidad del otro que no se sacia, que no termina, que crece con la ausencia y en la presencia. Este amor nuestro que no claudica, que siempre está cambiando como nosotros. Porque de la ella y de ese yo que un día fuimos, ya no queda nada, somos otros iguales y distintos, pero el amor continúa. Nuestro amor como nosotros es un superviviente. Se aferra a los dos, nos busca y nos llama. Pero por más que nunca sabré del todo cómo es ella, lo mío por ella es amor.

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