Esa ternura de tus manos que no dudaron en descubrir cada rincón
de mi geografía. Esas conquistadoras que se enredaban en mi pelo,
esas suaves manos devoradoras de todos mis deseos. Esas insaciables
manos que llevabas tan sin darle importancia por mis piernas hasta
llegar al cielo. Esas manos redentoras que en las noches me encendían
como una feria de verano y me dejaban exhausto al borde del abismo de
tu cama. Esas manos que nunca le dijeron que no al amor, ¿qué será
de ellas ahora que yo no existo?
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