A
mí me gustan las cosas sencillas, cotidianas, casi obvias. Hacen que
mi vida sea grata.
Cuando ya abandonaba la niñez y comenzaba a ir a las primeras fiestas a bailar, y vivía jugando fútbol en la calle con los del barrio, me encantaba esa ceremonia semanal del camión de la CocaCola pitando por todo el barrio, y que paraba frente a la casa y comprábamos una canasta de CocaCola, cuando sólo existía esa botella chiquita y clásica. Me encanta la CocaCola. Eso me condena a que los izquierdistas fundamentalistas me consideren un burgués.
Y claro que soy un burgués, pero no por tomar Cocacola, sino porque es lo que soy.
Cuando ya abandonaba la niñez y comenzaba a ir a las primeras fiestas a bailar, y vivía jugando fútbol en la calle con los del barrio, me encantaba esa ceremonia semanal del camión de la CocaCola pitando por todo el barrio, y que paraba frente a la casa y comprábamos una canasta de CocaCola, cuando sólo existía esa botella chiquita y clásica. Me encanta la CocaCola. Eso me condena a que los izquierdistas fundamentalistas me consideren un burgués.
Y claro que soy un burgués, pero no por tomar Cocacola, sino porque es lo que soy.
A la vuelta de la esquina,
una señora pusó una panadería casera y a las cuatro de la tarde
íbamos a comprar los más deliciosos croasanes de que tenga memoria.
Un día tuvo que cerrar el negocio, porque un vecino la denunció. Y
el periódico que ya amanecía junto a la puertas listo para leerlo era el cielo para este lector empedernido.
Ahora, que ya soy viejo, me sigue encantando comer al desayuno croasanes, salir a caminar en la mañana y disfrutar de los jardines del barrio para mí solo. Bueno, los conejos, las ardillas y los pájaros también los disfrutan conmigo, porque ellos desayunan temprano. Y al regresar sentarme a leer los periódicos en internet. Durante el día leo nueve de ellos: tres alemanes, tres españoles y tres colombianos. Después de la lectura escribo durante cuatro horas.
Ahora, que ya soy viejo, me sigue encantando comer al desayuno croasanes, salir a caminar en la mañana y disfrutar de los jardines del barrio para mí solo. Bueno, los conejos, las ardillas y los pájaros también los disfrutan conmigo, porque ellos desayunan temprano. Y al regresar sentarme a leer los periódicos en internet. Durante el día leo nueve de ellos: tres alemanes, tres españoles y tres colombianos. Después de la lectura escribo durante cuatro horas.
Me
gustan las cosas sencillas, pero tú también y eso lo complica todo.
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