Basta
un silencio que dura menos de una fracción de segundo, un pestañeo
de más, una duda o un vacío entre dos miradas de los enamorados...y
ya el frío corre por la espalda, se erizan la piel y la tristeza,
porque el amor se ha empezado a acabar.
Nada
será igual: ella lo sabe y él también. Pero ninguno dirá nada.
Por un tiempo harán como si todo sigue igual. Seguirán diciéndose
que se quieren, hablando como siempre; pero en la noche, en medio del
silencio, la certeza de lo irremediable será su única compañía.
Ahora
los dos sólo esperan el momento en que lo que callan se vuelva
palabra, un adiós sin regreso.
Cuando
se conocieron, antes de la primera palabra, ya sabían que eran el
uno para el otro. Ahora, antes de que ella o él hayan pronunciado la
última palabra, los dos saben que ya no estarán nunca más
juntos.
En el amor todo se sabe antes de que se haya pronunciado la primera palabra.
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