martes, 8 de julio de 2014

La lluvia





La lluvia es parte de mí.

Desde que tengo memoria, la lluvia ha sido parte de mi vida. Me he empapado tantas veces caminando o corriendo bajo ella. Me gusta su frío, su olor a aire fresco, su memoria húmeda a Sabana de Bogotá, a campos de trigo y cebada en mi niñez, al musgo de las montañas, a eucalipto tembloroso y a urapanes. La lluvia es la vida.


Tantos aguaceros bogotanos llevo en mi memoria. Los mejores aguaceros del mundo. Recuerdo la casa de papá y mamá inundada por una lluvia torrencial y mientras todos apurados recogíamos el agua en baldes, mi hija de dos años nunca estuvo tan feliz como ese día en que descubrió que los tapetes de la casa habían aprendido a nadar.

Amo la lluvia, verla, oírla, sentirla, empaparme bajo ella como quien se cubre de vida. La lluvia es maravillosa.


Todo esto porque es julio, estamos en verano y en Bonn hace veinticuatro horas no ha parado de llover. 

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