Mi vida atesora olvidos. No sé si todos son de ella. Sé que no recuerdo todos los amores y nombres que un día fueron mi vida. Ahora son como un río seco que recorre
mi memoria, que la deja desierta, partida en espacios sin nada.
Salvo
eso que he decidido en llamar su olvido. Ese posible olvido de los dos. Algo queda, esa
sensación de que quizá ella estuvo por un tiempo en mi
memoria, que caminó mi vida, pero que ya no es parte de mí.
No la recuerdo, lo sé. Pero algo en mí se acelera, una intuición de que esa desconocida
que me mira un día compartió sus sueños conmigo.
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