lunes, 22 de junio de 2015

A punto de cumplir sesenta años vienen a mi los recuerdos (1)

Primer recuerdo

El primer recuerdo que tengo es del gran susto de mi familia y mío en la casa de mis abuelos en Teusaquillo, en la calle 62 con carrera 19. Era una casa de dos pisos pintada de azul claro con aire de arquitectura del Bauhaus. En la esquina de enfrente había una tienda de esas de antes con costales de papa y medio sucia donde vendían las gaseosas más ricas del mundo: la Kiss de uva y la de limón. La última vez que probé una Kiss fue en el cine de El Lago en los tiempos en que estudiaba arquitectura en los Andes e íbamos a cine los fines de semana con Claudia Camacho, Patricia Calderón, con quien me casé, y Ricardo Uribe, mi mejor amigo.

Cuando pienso en esa casa vienen a mi memoria nombres y apellidos que mamá nombraba cuando nos hablaba de su vida: Cecilia Fajardo, su amiga de toda la vida, que vivía en la casa de al lado y que luego se casó con Jorge Zalamea, el hijo del poeta, de los Arbelaéz, de los Gutiérrez y de las Pachón. También vienen a mi memoria los amigos de la Quinta Mutis de mi tío Santiago y recuerdo a la tía abuela Nuna, Carolina Peña Cuevas, que estaba casada con Don Coy, Roberto Alford Sayer, y vivían en una casa frente al Colegio del Rosario en la 63 con 24.


Una noche en que se fue la luz y mi tía Amalia se estaba arreglando en el baño para ir a una fiesta y mamá la acompañaba, yo, que tendría dos años y pico, quería estar con ellas a toda costa. Así que tuvieron que dejarme entrar y me senté al lado de Amalia, quien había puesto una vela en el lavamanos para poderse ver en el espejo. No se dieron cuenta de que la vela estaba debajo de esa repisa de vidrio que solían tener los baños de antes. De pronto el vidrio de la repisa se reventó y un pedacito de vidrio me cayó en un ojo. Yo lloraba mucho y no paraba de hacerlo, porque me estaba saliendo sangre del ojo. Todos estaban muy afanados. El más preocupado era papá. Solo recuerdo que yo lloraba y tenía miedo. Después no recuerdo nada más de ese primer susto que se quedó grabado en mi memoria. 

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