jueves, 28 de junio de 2012

El elitismo y la democracia









El elitismo puede definirse como el principio político que presupone que la existencia de habilidades desiguales es un hecho irrefutable.”

Sheldon S. Wolin (Politólogo, profesor emérito en la Universidad de Princeton)


La élite pretende ser el poder por derecho propio. Bajo el lema propagandístico de ser “los más brillantes y mejores” busca a través de una supuesta excelencia educativa, que por supuesto sólo se da según ellos en las escuelas privadas, ser alternativa a las elecciones, fuente constitucional y social de la autoridad.

La élite pretende no tener que pasar por la aceptación de una masa supuestamente emocional e irracionalidad para tener el poder. Ellos pretenden ser la autoridad por ser ellos y no los demás.

La élite busca por medio de la continua propaganda de las supuestas limitaciones de la educación pública frente a los supuestos logros de la educación privada convencer a la población de que ellos tienen la autoridad natural para dirigirlos, para decidir sobre la pobreza y riqueza de ellos.
Cualquier parecido con la Edad Media y el absurdo argumento de que los reyes lo eran por mandato divino, no es coincidencia.

La educación pública es la herramienta natural de una sociedad para equilibrar la desigualdad y permitir una mayor participación en la democracia de los ciudadanos. Mientras exista educación pública -es decir el acceso de los más pobres al conocimiento- existirá democracia.

La defensa de la democracia, que es igualdad y bienestar para todos, frente al elitismo, que es desigualdad y pobreza para muchos, debe ser función primordial de la educación de los ciudadanos.

Todos somos iguales en deberes y obligaciones en la democracia. Los privilegios de la élite son el camino del autoritarismo. Un retroceso histórico y social. 

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