„El
poeta comunista Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana) puede ser
considerado, por el número de años que ininterrumpidamente pasó
en prisión, el decano de los presos políticos durante el
franquismo. En efecto, republicano vencido en la guerra civil, él
mismo testimonia su largo y duro calvario carcelario. Un calvario que
se inició en marzo de 1939, cuando “cayó prisionero en
Alicante, en manos de los fascistas italianos de la División
Littorio, y fue recluido en el campo de concentración de Albatera”
y que concluyó veintidós años y siete meses después, cuando la
tarde del 17 de noviembre de 1961 fue liberado en el penal de Burgos.
Patio,
trocito de cielo, nube perdida y algún pájaro volando constituyen
el pequeño mundo, la vida cotidiana del poeta carcelario. Patio,
pero no ese patio sevillano donde maduraba el limonero machadiano
sino un patio carcelario que constituye para el preso todo un símbolo
de los límites del mundo, de los límites de una realidad
contemplada a través de los barrotes de la cárcel en la que, sin
libertad, se encuentra prisionero. Y precisamente un poema titulado
“Mi corazón es patio” es el que Marcos Ana dedica a María
Teresa León:
La
tierra no es redonda:
es
un patio cuadrado
donde
los hombres giran
bajo
un cielo de estaño.
Soñé
que el mundo era
un
redondo espectáculo
envuelto
por el cielo,
con
ciudades y campos
en
paz, con trigo y besos,
con
ríos, montes y anchos
mares
donde navegan
corazones
y barcos.
Pero
el mundo es un patio.
Un
patio donde giran
los
hombres sin espacio.
A
veces, cuando subo
a
mi ventana, palpo
con
mis ojos la vida
de
luz que voy soñando.
Y
entonces digo: “El mundo
es
algo más que el patio
y
estas losas terribles
donde
me voy gastando”.
Y
oigo colinas, libres
voces
entre los álamos,
la
charla azul del río
que
ciñe mi caldalso.
“Es
la vida”, me dicen
los
aromos, el canto
rojo
de los jilgueros,
la
música en el vaso
blanco
y azul del día,
la
risa de un muchacho.
Pero
es soñar despierto.
Mi
reja es un costado
De
un sueño que da al campo.
Amanezco,
y ya todo
-fuera
del sueño es
patio:
un
patio donde giran
los
hombres sin espacio.
¡Hace
ya tantos siglos
que
nací emparedado,
que
me olvidé del mundo,
de
cómo canta el árbol,
de
la pasión que enciende
el
amor en los labios,
de
si hay puertas sin llaves
y
otras manos sin clavos!
Yo
ya creo que todo
-fuera
del sueño- es patio.
Un
patio bajo un cielo
de
fosa, desgarrado,
que
acuchillan y acotan
muros
y pararrayos.
Ya
ni el sueño me lleva
hacia
mis libres años.
Ya
todo, todo, todo
-hasta
el sueño- es patio.
Un
patio donde gira
mi
corazón, clavado;
mi
corazón desnudo;
mi
corazón clamando;
mi
corazón que tiene
la
forma gris de un patio.
Un
patio donde giran
los
hombres sin descanso.“
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