El
Pescador
El amor lo tomó por sorpresa al
cruzar el Rin después de una larga jornada de pesca cerca de
Niederollendorf. Al bajarse de la barca, se puso el sombrero, se
arregló la chaqueta. No había sido un buen día. No habían pescado
nada. Esta noche habría solo pan negro en la mesa de los Guttmann.
Emprendió el camino a paso lento y cabizbajo sin poner atención a
los demás. Una sombra lo empujó tratando de sobrepasarlo. Se volteó
a mirarla con la intención de desahogar su frustración, pero al
verse frente a esos ojos de un azul profundo y el pelo rubio ondulado
de ella se le olvidó el mal día. La saludo y se excusó. Ella sin
decir nada siguió su camino. Él se fue detrás de ella a cierta
distancia. La vió entrar en la casa con el número 53. No sabía que
hubiera vuelto a vivir alguien en esa casa, pensó y regresó a casa
con una sonrisa en los labios y la idea de que al día siguiente la
buscaría y hablaría.
Esa noche se durmió con la dicha
del amor encontrado. Salió bien de mañana
a pescar con tan buena suerte que al mediodía ya tenía las canastas
llenas de pescado. Dejó su barca a orillas del embarcadero de
Plitersdorf. Entregó una parte del pescado en la casa de los
pescadores que se encargaba de la venta y corrió a casa. Saló el
resto del pescado y lo puso a secar al aire fresco. Se lavó la cara
y las manos. Se peinó y salió de casa. Caminó hacia el número 53
y ya frente a la puerta golpeó. Así pasó una hora y nadie abría.
Una mujer que lo observaba desde el frente, le gritó que en la casa
no vivía nadie desde la última hambruna en 1790 en que la hija de
los Braun murió de hambre a los dieciséis años.
Él la miró con los ojos vacíos de la decepción y calló. Se sentó
frente a la puerta y ahí siguió toda la noche.
Cada día desde 1848, después de
faenar en el Rin, el pescador va al número 53 y se sienta a esperar
al amor.
Bello poema 💚
ResponderEliminarMuchas gracias
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