lunes, 21 de septiembre de 2015

Tres películas en una semana







"Lo que a mí me fascina de la vida es el tema de lo que uno lamenta haber hecho o no haber hecho"
Vincent Lindon

Esta semana en que estuve tan alejado del mundanal ruido que habita mi mente y de lo cotidiano vi tres películas que me encantaron.



Quartier lontain” de Sam Garbanski

La trama está basada en la manga “extraños confiables” de Jiró Taniguchi, quien al final de la película aparece por unos instantes. El cincuentón Thomas quien por casualidad llega al pueblo de su infancia y aprovecha la oportunidad para visitar la tumba de su madre. Allí hace un salto en el tiempo y de repente vuelve a tener 14 años.

Gabarski escenifica la emocional y por momentos irreal historia de la relación de un hijo y su padre con ternura a pesar de los duros y apasionados enfrentamientos. Una película con toques poéticos y melancólicos.
La madurez del personaje le da una nueva dimensión a los hechos y lleva a situaciones cómicas, como cuando dice que el muro de Berlin va a caer o que tiene dos hijas. Poco a poco Thomas entiende el sentido de este viaje en el tiempo cuando comprende el rol de ser padre y de su padre y de la fría relación de sus padres que los lleva por caminos diferentes. Sólo al comprender las heridas de la niñez le posibilitan regresar al cambiado presente y dejar de ser el confiable extraño de la realidad.

Nothing personal” de Urszula Antoniak

Una mujer holandesa, vagabunda por elección, recorre los caminos de Connemara (Irlanda), haciendo autostop y sacando comida de los contenedores. Llega a una casa apartada, en una isla maravillosa, de la que se queda prendada hasta que descubre que su dueño es un hombre maduro que vive solo allí. Él le ofrece comida a cambio de que trabaje en el jardín. Ella se queda, con la condición de que no se trate nada personal, de que no haya preguntas.
Nothing personal’ no trata sobre la incomunicación. Muy al contrario, sus personajes se entienden sin necesidad de intercambiar palabras, sin apenas contacto físico o siquiera visual. Finalmente, no versa tanto sobre la soledad como sobre la dificultad de hallar a alguien con quien estar tan a gusto como, en ocasiones, se está solo.
Lo mejor la belleza de los planos y el complemento de la música.


Mademoiselle Chambon de Stéphane Brizé

Es un drama romántico que narra la historia del encuentro entre un albañil de un pueblo francés, un hombre de pocas palabras, casado y con un hijo, aparentemente feliz, que conoce a la maestra del colegio, una mujer ilustrada y sensible, que ama la música y que viene de un mundo totalmente distinto al suyo. Apenas sin palabras, con más gestos y expresiones, la historia va poniendo al espectador ante el dilema de los amores posibles o imposibles.

Lo que me dejaron estas películas es la certeza de que el arte no consiste tanto en nombrar las emociones sino en recrearlas con sensibilidad estética, matices, modulaciones, talento, entrega y profundidad sentimental.


Una semana para mí abundante en silencios, introspección, música y pensamientos. Una semana para volver a mí. 

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