sábado, 26 de septiembre de 2015

La vida escolar

La mitad de la vida escolar me la pasé esquivando tareas, clases aburridas, matones, ignorantes, aprender de memoria cualquier cosa y a profesores que hubieran matado a una ostra de aburrimiento.

La otra mitad la dormí, me escapé del colegio o dibujaba cuadernos y cuadernos con mapas, perfiles de personas y animales.

Lo mejor del colegio fueron las fiestas de fin de semana que organizamos desde tercero hasta sexto de bachillerato. Si no hubiera sido por esas fiestas no hubiera podido mantener mi cordura. Qué exagerado soy!

No tengo ni idea de cómo me pude graduar. Recuerdo poco de lo que enseñaban y mucho lo que los profesores maltrataban y humillaban a los alumnos.

Después de tantos años sigo detestando el colegio.

Sin embargo, mi mejor amigo, mi único amigo de verdad es del colegio. Me casé con una compañera también del colegio y sigo con ella, o ella sigue conmigo, mejor dicho.

Y siento un agradecimiento por los profesores de música, von Hoff, que me enseñó a entender la música y por el profesor de castellano y geografía, Ochoa, que me explicó la economía, la política y enseñó a escribir; y afecto por mis profesores de historia, Fräulein Brandes y Herr Eckardt, porque me trataron como a una persona de verdad.


Pero por ningún motivo volvería al colegio. 

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