Se quedó al lado de ella cuando todas las cartas de la vida
estaban en su contra, cuando el sentido común decía que era hora de
irse. Desandó la vida a su lado, la tomó de la mano con fuerza,
la miró a los ojos, porque sabía que valía la pena perderlo todo antes
que abandonarla en las dificultades. Le sonrió,
la apretó contra su pecho, la acarició suavemente, alzó la mirada y juntos caminaron de frente hacia la adversidad.
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