lunes, 24 de febrero de 2020

Placeres




No temas a los dioses;
no te preocupes por la muerte;
Lo que es bueno es fácil de obtener
Anónimo



Mis placeres son sencillos: leer siempre; escribir todos los días; cocinar, charlar, reír, bailar, cantar y contarnos la vida una y otra vez en familia; charlar con otros; montar en bicleta y nadar en el verano; reír muchas veces al día; pensar; soñar; oír música; ir a cine o al teatro; desandar calles y ciudades; comer en la calle o en algún sitio inesperado entrar a un restaurante y dejarme sorprender y caminar. Caminar me anima siempre. Me quita la tristeza, los malos pensamientos y me devuelve la alegría, las ganas de ser. Hoy, como varias veces a la semana, caminé a orillas del Rin. Aunque el invierno tiñe de grises y ocres el paisaje, la vista siempre es estupenda. El Rin es un río vital. Navegan barcos de carga río arriba y río abajo, parejas, niños, viejos, jubilados, jóvenes enamorados y ciclistas van y vienen, los remeros en sus embarcaciones, las gaviotas volando y los patos nadando en busca de comida. De fondo el Drachenfels y las Siebengebirge. El Rin es ya parte del paisaje de mi vida. El sonido del agua, del tren en la orilla opuesta, las charlas de los transeuntes que se oyen y pierden, y el viento helado que siempre sopla del sur. El Rin y yo somos amigos, cómplices y ambos cada uno a su manera viajeros del tiempo.

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