Los
partidos políticos alemanes parecen paralizados. Ninguno se atreve a
cambiar nada. Tienen miedo de perder.
CDU
y SPD solo ofrecen placebos para los problemas que existen: los
refugiados (Alemania es el único país europeo que recibió más de
un millón de refugiados), el euro, la crisis del Brexit y el futuro
de la Unión Europea, el gobierno autoritario de Turquía, el
terrorismo radical de unos pocos musulmanes, sin olvidar los 9
millones de trabajadores alemanes que con un trabajo de tiempo
completo no les alcanza el sueldo para vivir.
La diferencia principal entre CDU y SPD es que la primera ofrece bajar los
impuestos y la segunda no.
FDP
y Verdes no ofrecen nada innovador: la FDP menos impuestos, privatización en parte de la educación y cobrar la universidad y disminución de la burocracia. Y los verdes ofrecen el matrimonio homosexual.
La
AFD ofrece más neoliberalismo, menos europeísmo y, sobre todo,
racismo puro y duro haciendo responsable de los problemas del país a
los extranjeros.
Y
a la izquierda, die Linke -que ofrece un programa socialdemócrata: un salario mínimo de 1.500 euros y una pensión mínima
de 1.200 euros y volver a los antiguos impuestos para el capital que
ahora está exento para costear la justicia social- los otros
partidos la rechazan supuestamente por no ser apta para gobernar.
Este rechazo lo justifican porque Die Linke no está de acuerdo con
la intervención militar alemana en el extranjero, que es lo más
sensato, según los LInke, a la vista de los desastres de las intervenciones militares
americanas, francesas y británicas de la posguerra.
Como
están las cosas hoy, las elecciones parlamentarias de septiembre es
casi seguro que las volverá a ganar Angela Merkel. La pregunta es
con quién hará una coalición.
La
FDP, que se está recuperando de su casi desaparción en las pasadas
elecciones generales y gracias a su joven jefe, Christian Lindner,
son los más opcionados como futuros socios de un gobierno de la
CDU.
La
SPD, si quiere gobernar, tendría que hacer coalición con los Verdes
y la izquierda. Pero la SPD duda de la alianza con la izquierda
debido al marketing conservador que ha creado una imagen negativa
de los Linke como radicales e irresponsables izquierdistas. Lo cierto
es que la izquierda ha demostrado en varios gobiernos de los Länder
donde participan en la coalición o gobiernan que son responsables.
El
éxito económico de Alemania asusta a sus socios europeos, molesta a
USA y paraliza la política alemana que no se atreve a hacer un
cambio hacia lo social, que ha sido descuidado durante décadas, por
miedo a perder el innegable bienestar que disfruta la mayoría de los
alemanes.
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