Sería
maravilloso cada mañana devorarse el uno al otro: saciarnos de piel, de besos y caricias, de nadar al otro; que no
dejáramos ni rastro de deseo hasta la hora del almuerzo para poder
devorarnos de nuevo, para desnudar cada pecado nuestro y convertirlo
en cielo, en paraíso terrenal, antes de que salgamos en la tarde a
caminar la playa y al oscurecer nadar sin nada distinto a nuestro
amor mar adentro y regresar empapados de alegría, de pasión, del
otro; y en la noche devorarnos una vez más lengua a lengua, fuego a
fuego, caricia a caricia y beso a beso hasta altas olas de la noche.
Sería maravilloso que entre tú y yo no hubiera un mar de ausencias que nos está devorando.
Sería maravilloso que entre tú y yo no hubiera un mar de ausencias que nos está devorando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario