"Lo
que a mí me fascina de la vida es el tema de lo que uno lamenta
haber hecho o no haber hecho"
Vincent
Lindon
Esta
semana en que estuve tan alejado del mundanal ruido que habita mi
mente y de lo cotidiano vi tres películas que me encantaron.
“Quartier
lontain” de Sam Garbanski
La
trama está basada en la manga “extraños confiables” de Jiró
Taniguchi, quien al final de la película aparece por unos instantes.
El cincuentón Thomas quien por casualidad llega al pueblo de su
infancia y aprovecha la oportunidad para visitar la tumba de su
madre. Allí hace un salto en el tiempo y de repente vuelve a tener
14 años.
Gabarski
escenifica la emocional y por momentos irreal historia de la relación
de un hijo y su padre con ternura a pesar de los duros y apasionados
enfrentamientos. Una película con toques poéticos y melancólicos.
La
madurez del personaje le da una nueva dimensión a los hechos y lleva
a situaciones cómicas, como cuando dice que el muro de Berlin va a
caer o que tiene dos hijas. Poco a poco Thomas entiende el sentido de
este viaje en el tiempo cuando comprende el rol de ser padre y de su
padre y de la fría relación de sus padres que los lleva por caminos
diferentes. Sólo al comprender las heridas de la niñez
le posibilitan regresar al cambiado presente y dejar de ser el
confiable extraño de la realidad.
“Nothing
personal” de Urszula
Antoniak
Una
mujer holandesa, vagabunda por elección, recorre los caminos de
Connemara (Irlanda), haciendo autostop y sacando comida de los
contenedores. Llega a una casa apartada, en una isla maravillosa, de
la que se queda prendada hasta que descubre que su dueño es un
hombre maduro que vive solo allí. Él le ofrece comida a cambio de
que trabaje en el jardín. Ella se queda, con la condición de que no
se trate nada personal, de que no haya preguntas.
‘Nothing
personal’ no
trata sobre la incomunicación. Muy al contrario, sus
personajes se entienden sin necesidad de intercambiar palabras,
sin apenas contacto físico o siquiera visual. Finalmente, no versa
tanto sobre la soledad como sobre la dificultad de hallar a alguien
con quien estar tan a gusto como, en ocasiones, se está solo.
Lo
mejor la belleza de los planos y el complemento de la música.
Mademoiselle
Chambon de Stéphane Brizé
Es
un drama romántico que narra la historia del encuentro entre un
albañil de un pueblo francés, un hombre de pocas palabras, casado y
con un hijo, aparentemente feliz, que conoce a la maestra del
colegio, una mujer ilustrada y sensible, que ama la música y que
viene de un mundo totalmente distinto al suyo. Apenas sin palabras,
con más gestos y expresiones, la historia va poniendo al espectador
ante el dilema de los amores posibles o imposibles.
Lo
que me dejaron estas películas es la certeza de que el arte no
consiste tanto en nombrar las emociones sino en recrearlas
con sensibilidad estética, matices, modulaciones, talento, entrega y
profundidad sentimental.
Una
semana para mí abundante en silencios, introspección, música y
pensamientos. Una semana para volver a mí.