Un
día, al fín, llegará el día menos pensado: me despertaré por
última vez, me levantaré despacio y me acercaré a la ventana para
ver esa vida que no volverá a ser mía. Abriré la ventana y dejaré
que el aire fresco de la mañana invada la habitación, llene mis
pulmones una vez más y recuerde para siempre por qué es que valió
la pena haber vivido. Desayunaré un café con croasán. Me ducharé.
Oleré a jabón y a limpio. Saldré a la calle y me iré de mí sin
voltear a mirar atrás lo que ya no es.
domingo, 31 de agosto de 2014
viernes, 29 de agosto de 2014
Una mujer maravillosa
La felicidad llega el día menos pensado. Se encapricha con uno.
Me he despertado de un sueño para entrar en otro
sueño. Es de mañana y al voltear a mirar a mi lado duerme un sueño.
Un sueño con nombre de mujer, con cuerpo de diosa, que hace que la
felicidad se deslice por mi piel.
La
oigo respirar tranquila y su belleza me cubre; me envuelve. Somos uno
en el otro. Es agosto y el universo sueña con nosotros. La miro en
silencio. La adoro. Siento como mis manos anoche descubrían su
piel. Cada uno de sus besos los recuerdo. Me fascina su manera de
ser sin límites, sin condiciones. Aquí y ahora. Sin promesas. Ella
me habla en silencio. No necesita sino mirarme para decirme todo.
Anoche he sido feliz. Una vez más.
Sé
que este sueño tan real que está a mi lado me ha devuelto los
sueños, la poesía y la felicidad.
La miro y sé que es una mujer maravillosa. Pero también sé que la felicidad como los sueños un día se van.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Propuesta de amor
Ven,
amor mío,
atravesemos
la ternura juntos. Caminemos al lado del otro. Bailemos los veranos que nos sean dados. Nademos en la noche a la luz de nuestros deseos. Descansemos juntos. Durmamos juntos. Despertémonos juntos. Démonos la mano cuando nos sintamos solos o tristes. Besémonos siempre. Seamos como somos, no nos cambiemos. Dejemos al otro ser y así ser los dos una pareja.
Abracémonos todos los días.
Riamos
como lo hemos hecho hasta hoy. No nos
asustemos
cuando estemos tristes, cuando queramos
estar solos.
estar solos.
Ven,
amor mío,
recorramos
nuestro destino tomados de la mano.
martes, 19 de agosto de 2014
Le he dicho que usted ...
Le
he dicho que usted con su mirada me quita las ganas de envejecer, que
me hace sonreír cuando me mira un segundo más de lo mandado. Le he
contado acaso que la sueño
cada vez que me descuido.
Y
es que usted tiene una manera tan bonita de mirar, de quedarse
detenida en mis ilusiones y yo ni siquiera intento evitarla. Al
contrario, yo hago lo que puedo porque usted tenga una excusa para
mirarme y que me sonría.
Y usted últimamente pasa mucho por mi mente y yo me siento bien cuando usted está tan cerca de mí, tanto que creo que la puedo tocar en mis sueños.
Y usted últimamente pasa mucho por mi mente y yo me siento bien cuando usted está tan cerca de mí, tanto que creo que la puedo tocar en mis sueños.
Le
confieso que usted tiene el don de hacer que mi vida valga la pena,
que mis días sean esplendorosos y que no se quite nunca la sonrisa de mi cara.
Le he dicho tantas cosas en mi mente que creo que es hora de que usted sepa que la quiero.
Le he dicho tantas cosas en mi mente que creo que es hora de que usted sepa que la quiero.
Declaración de amor a Sevilla
Encontré este texto sobre Sevilla que me encantó.
"¿Qué es Sevilla?
El lugar que escogí para soñar tras conocer multitud de rincones en el mundo. Una ciudad hermosa, embriagadora, creciente, estresante, relajante, ruidosa, apacible, alegre, luminosa, amistosa, hogareña, evocadora...libre.
Si Sevilla fuera una flor sería...
Un tulipán, una rosa, un clavel, la flor de Lys, la orquídea, un geranio, el jazmín, la dama de noche... el azahar. Las que traen de su país los turistas que nos visitan
Si Sevilla fuera un olor...
Los naranjos reventando su flor , el incienso.
Si Sevilla fuera un sonido...
El repique de las castañuelas y unas palmas al compás de una sevillana. El “ole” que nos arranca el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza en La Maestranza.
Si Sevilla fuera una canción sería...
Una copla: “soltera yo no me quedo”.
La voz del Turronero.
Un pasodoble de Rocío Jurado.
Si Sevilla fuera un libro sería...
Marinero en tierra de Alberti.
Si Sevilla fuera una tapa sería...
buff. ¡qué barbaridad! Las de Trinfón, Casa Arturo, Bodeguita Romero, Intxausti, la isla....
Si Sevilla fuera un barrio sería...
La judería.
Si Sevilla fuera una calle sería...
La Calle San Gregorio,,por 'Las Lapas',,,,
Si Sevilla fuera un paseo sería por...
Toda Sevilla es un paseo.
Si Sevilla fuera un parque sería...
El de María Luisa, claro.
Si Sevilla fuera una Hermandad de Penitencia sería...
La Candelaria, El Silencio, La Esperanza de Triana, La Macarena...
Si Sevilla fuera un Camino del Rocío sería con la Hermandad de...
Cualquier hermandad que cruce desde Sanlúcar de Barrameda por Bajo de Guía.
Si Sevilla fuera una playa sería...
Me traería La Concha de San Sebastián , pero la onubense de Matalascañas es total.
Si Sevilla fuera una expresión sevillana, la que mas utiliza es...
Disfrutando del atardecer, sentada en la calle Betis y mirando el puente de Triana: “Que bonita está hoy mi Sevilla”
Si Sevilla fuera un cafe ¿sacarina o azúcar?
Con más azúcar que la que pregonó en 'toa’ su vida Celia Cruz.
Si estoy lejos, lo que mas echo de menos de Sevilla es...
esa "aguita"del Guadalquivi,,,,,,,
Si estoy lejos, de lo que mas presumo de Sevilla es...
Del latido pausado del corazón.
Si tuviera que mostrar un rincón especial a un turista ¿Qué ensenaría y por qué?
El tramo que surge desde el Patio de Banderas y que te lleva por las calles Agua, Vida, hasta la Plaza de Doña Elvira.
Si tuviera que hacer un regalo sevillano ¿que regalaría y por qué?
A una mujer un mantón, para que se lleve la hermosura del abrazo de nuestra tierra.
¿Aljarafe o Bermejales?
¡¡¡Centro, centro....
¿Qué es el Guadalquivir además de un río?
El reflejo de un cuadro, del arte, de una canción, de un poema, de un beso....del amor.
¿Qué reluce en Sevilla, además de una torre?
La sonrisa de mis hijos.
¿Hacia donde prefiere que señale el Giraldillo?
”Al cielo con ella”.
A Sevilla le sobra...
Los frenos que ralentizan su desarrollo.
A Sevilla le falta...
Ser el corazón de España,,,,,,"
Rocío
Faz
28 DE FEBRERO DIA DE ANDALUCIA!,,,,,,
28 DE FEBRERO DIA DE ANDALUCIA!,,,,,,
sábado, 16 de agosto de 2014
Una mujer y un hombre
Una
mujer y un hombre se despiertan cada día y en silencio se miran.
Esta sencilla ceremonia de mirarse la realizan desde hace tiempos. No
dicen nada, sólo se miran. Ella se levanta y va a despertar a los
niños. Él va a la cocina a preparar el desayuno. Cada uno está
concentrado en sus actividades. Luego, cada uno se irá a su trabajo
y por unas horas serán esos otros que todo el mundo conoce: alegres,
divertidos, felices en el matrimonio y con una familia preciosa. A
veces se piensan y suspiran. Se echan en falta. En su mente está la
mirada del otro, esa mirada con la que el uno se enamoró del otro.
La
gente los ve reírse y hacer mil cosas con la alegría de los
enamorados. Los quiere, y son ejemplo para los demás. En la tarde
vuelven a casa. Ella a sus quehaceres de la casa y a los niños. Ella
les dice sus duendes. Él se sienta a escribir durante horas. Ése es
su oficio, su destino, lo que más le gusta hacer.
Cada
noche antes de acostarse se vuelven a mirar. No se dicen nada.
Simplemente se miran. Suspiran y sienten que les falta algo. Se
sienten solos. En la cama, cada uno se voltea para su lado. Muchas
noches, el uno piensa en el otro sin poderse dormir. No se dicen
nada. Se han acostumbrado al silencio, a los miles de kilómetros
que los separan. Hace tiempos que los dos siguen distintos caminos.
Ella con su familia y él con la suya. Nadie lo sabe pero aún se
quieren. Y también se olvidan. Eso se dicen ellos en silencio cuando
la noche se vuelve interminable como la distancia.
viernes, 15 de agosto de 2014
He amado y he sido amado
Lo que he vivido, lo que he hecho, lo que he sido, lo que he tocado, lo que he amado, lo que he sentido y conocido, lo
que he visto, lo que he soñado; cada segundo que he vivido, la
tristeza y lo que he llorado, cada momento feliz, todo ha sido mío.
He sido dueño del universo. He sido un dios para mí. He sido muchos. Me he entregado a la vida y a los sueños los he vuelto realidad, he amado y he sido amado; y eso es todo, todo lo que siempre quise ser.
He sido dueño del universo. He sido un dios para mí. He sido muchos. Me he entregado a la vida y a los sueños los he vuelto realidad, he amado y he sido amado; y eso es todo, todo lo que siempre quise ser.
miércoles, 13 de agosto de 2014
Conversando contigo
Comenzaré por confesarte que en mi mente he conversado contigo muchas veces. Y que nos hemos comprendido también como cuando conversamos en las tardes en que no existe nadie más que nosotros.
Me gusta conversar contigo. Me gusta que charlamos sin competir, sin ningún interés distinto a compartirnos. Me gusta la atmósfera que creamos: esa intimidad, ese lazo invisible entre los dos que nos une. Me gusta que nos entendemos y aceptamos sin pretender cambiar al otro.
Me gustan nuestras conversaciones, porque es igual a caminar un territorio que conocemos, porque es nuestro mundo, ese secreto lugar donde somos. Conversamos, porque es nuestra manera de unirnos más, de confiar el uno en el otro, de conocernos siempre un poco más, de sentirnos seguros con el otro.
Me
gusta conversar contigo, porque sólo es entre los dos. Y el universo
es nuestro y descubrimos que no estamos solos, que los dos somos como uno.
Me
gusta conversar contigo mientras caminamos, o bailamos, o mientras
comemos o cuando estamos sentados en un café al aire libre viendo
pasar el mundo frente a nosotros.
Cuando converso contigo sé que ya nunca más estaré solo y que la vida se
hace conversando.
jueves, 7 de agosto de 2014
La primera vez que quise morirme
La
primera vez que quise morirme en protesta por algo que me habían
dicho y no me había gustado, tenía cuatro años y algo me dijeron
mis papás que me indignó, y me fui a mi cuarto, me acosté en la
cama, puse los brazos como un crucificado y dejé de respirar. Cinco
segundos después tuve que respirar de nuevo. Mis papás no se habían
dado cuenta de que yo pretendía morirme indignado, porque me habían
dicho algo que no me gustó. Así que en silencio volví al lado de
ellos y seguí actuando como si nada hubiera sucedido.
Ese
día no comprendí que uno no es tan importante como cree. No al
menos en cuestión de pataletas.
Lo
curioso es que yo no he cambiado ni un poco. Aún sigo, de cuando en
cuando, queriéndome morir en protesta, porque la vida, las cosas o
las personas no son como yo quiero. Pero a los cinco segundos tengo
que respirar de nuevo...
Así
que en silencio vuelvo al lado de las personas que siempre me han
querido y actúo como si nada hubiera sucedido.
Los mandamientos de la Nueva Derecha Mundial
- Pensar es pecado.
- La inteligencia siempre debe ser militar.
- Todo el que se defiende de un ataque nuestro es terrorista.
- El dinero mal habido es bienvenido.
- Los hombres no son iguales. Y las mujeres, mucho menos.
- Los pobres son sucios, ignorantes y peligrosos.
- Todo lo del pobre es robado.
- Los terroristas son culpables de todo lo que hacemos mal.
- Nosotros matamos gente inerme en defensa propia.
- Nosotros decidimos quién es bueno o malo.
- La ley somos nosotros.
- No somos criminales, somos perseguidos políticos.
- Todos los musulmanes son malos, peligrosos y brutos.
- Las armas son nuestra única razón.
- Los socialistas siempre fueron, son y serán los malos.
- La paz que buscamos es la de los sepulcros.
- Quien no es capaz de cometer delitos no es digno de pertenecer a la derecha.
- El humanismo y la democracia son nuestros enemigos.
- Donde no hay gobiernos de derecha todo está mal.
- No podemos estar equivocados, porque todo lo hacemos en nombre de dios.
miércoles, 6 de agosto de 2014
Esperando por ti
Con lluvia o con sol, a cualquier hora del día, sin ti o solo cada día que vivo es único: cada día me sorprende, me abruma, me da todo, no me pide nada a cambio, se entrega a mí minuto a minuto y me llena de experiencias, emociones y conocimientos.
La vida no es buena o mala. La vida es. Me da todo y a veces le agradezco por hacerme feliz y otras, la detesto por sentirme infeliz. Pero aún la tristeza es algo que nadie se debería de perder. Sentir es un regalo de la vida: sentir el frío o el calor, el dolor o el placer, la noche o el día, lo blanco o lo negro, lo triste o lo alegre. Sentir que soy parte de la vida es mi único don y lo único que puedo ofrecer.
Cada
vez más tengo menos que decir. Lo que tenía que contarte ya lo he
escrito. Ahora sólo queda esperar. Dejaré que el verano llueva
sobre mí. Leeré en calma las tardes en que no estás conmigo. No
preguntaré por ti ni voltearé a mirar si ya estás regresando. No
te nombraré. Tú sabes todo de mí: dónde encontrarme, cómo
quererme y cuánto te quiero.
Lo
que tenía que decirte ya de mil maneras lo he escrito. Si no
sentiste que te hablaba a ti, si no suspiraste o quisiste dejar todo
y correr a mí, está bien. Así es la vida y así es como quiero que
sea. No puedo decir nada más.
No
me iré a ningún lado ni estaré esperando por ti (Aunque esté
esperando por ti). Guardaré silencio y seguiré viviendo. Me prometo
que nadie sabrá nunca que te he amado tanto.
Ahora
saldré a vivir como todas las mañanas y veré la poesía de las
cosas que los demás ignoran o evitan. Seguiré descubriendo las
palabras que la vida quiere que yo sepa, que necesita que yo escriba.
Pero,
sobre todo, espero que la vida no olvide que yo vivo porque siempre
estoy a punto de enamorarme aunque esté solo y no sepa aún de
quién. Por eso no te prometo que acepte que me hayas olvidado.
martes, 5 de agosto de 2014
Confieso que yo también trotaba
Confieso
que yo también trotaba. Y confieso que nunca me gustó. No entendía
por qué cansarse sin remedio hasta quedar sin aliento y dolor de
vaso. En fin, esa tortura inútil no era para mí. Nunca lo fue. Pero
igual trotaba. Trotaba todos los días. O casi todos los días. Y yo
no entendía para qué. Pero, trotaba.
Y
cada vez que terminaba de trotar estaba ahogado, mamado, agotado.
Pero había trotado. Todos trotaban, luego yo también trotaba. Y era
flaco, alto y sano como suelen ser los jóvenes.
No
entendía para qué servía trotar: ese fatigarse sin remedio, ese
sudar cual loco desatado, ese ahogarse y morirse de sed, ese calor
insoportable en el cuerpo. Ese enmelocote que es uno después de
trotar y todo para qué. Yo no lo sabía, pero trotaba.
Un
día alguien me explicó que se trota para mantenerse en forma, para
estar saludable. Entonces me gustó mucho menos trotar. Pero trotaba
y ya entendía para qué la gente le gusta ponerse colorado como si
se fuera a morir, jadear y sudar como marranos: para estar
saludables. Y todos sabemos que la salud es muy importante. En
realidad lo único importante.
Así
que yo seguí trotando aunque no me gustaba. Trotaba en la casa, en
el parque, por las calles y subía y bajaba escaleras corriendo. Y
era flaco, alto y joven. Pero no me gustaba trotar.
Un
día de esos días que sólo suelen suceder en las películas porque
confirman lo que el protagonista ha pensado de las cosas y que nadie
le cree. Un día de esos que si no fuera porque lo viví, no me
comería el cuento ni de vainas. Pero así sucedió, a pesar de que
no era posible. Iba yo corriendo con un grupo de amigos, entre ellos
el chacho de la pradera, el nonplus ultra de los fanáticos del
trote, el super sano, el héroe de los que les gusta sudar mucho, él
que era sólo músculos, cuerpo de dios, bronceado permanente y
mirada de yo me acuesto con quien quiera, que siempre trotaba a la
cabeza y cuando todos habíamos desistido de la tortura, es decir de
trotar, el desgraciado seguía trotando quince minutos más y llegaba
con una sonrisa de oreja a oreja mientras nosotros seguíamos
tirados en el prado tratando de recuperar el aliento y encontrar una
razón plausible para hacernos esa maldad de trotar todos los días.
Ese día él también iba adelante y como siempre sonriendo y con la
ropa de moda para correr aún mejor. Yo como siempre con un par de
tenis Croydon blancos y sencillos como sencillo era mi deseo de no
correr más. Pero, si todos trotaban, yo trotaba. Y así todos
trotábamos detrás del ejemplo viviente de lo saludable. Después
del primer kilómetro, se desplomó el gran deportista. Así como se
caen los heridos de muerte en las películas: sin ruido y con los
ojos perdidos en un horizonte que ya no es de este mundo. El hombre
más saludable que yo conocía se había muerto de repente y yacía
como un pollo tieso en el piso con la cara del color de la cera, de
las velas de noche. Lo había matado el trotar, el elexir del salud.
Había muerto por saludable. Había colgado los tenis para siempre.
Era un cadáver más. No era nadie. Y yo estaba cansado de trotar.
Así
que me alejé para siempre de esos amigos, de ese mundo, de la salud
y, sobre todo, de trotar. Yo no quería estar sano, yo quería vivir.
Y decidí vivir y vivir a mi manera: me puse a escribir y desde ese
día no he dejado de escribir. Aunque según los gurús de la salud
debería estar muerto hace años.
Mientras estoy escribiendo este texto veo a través de la ventana a una pareja trotando.
lunes, 4 de agosto de 2014
Isabella y el mar Báltico
Isabella
sigue en el mar. La veo correr, chapotear, lanzarse bajo las olas,
volver a salir, lanzarme agua aunque estoy lejos y el agua no me
llega. Me sonríe y no deja de mirarme. Se voltea y corre hacia el
horizonte. Es mediodía y este rincón de la playa está solo.
Queremos estar solos. Disfrutar el uno del otro. Ser de los dos.
Hemos llegado hacia las once de la mañana en un carro que hemos alquilado en Schwerin. El hotel está en el bulevar que da a la playa. Una de esas casas construidas a comienzos del siglo veinte para los señores de la gran ciudad que venían a pasar el verano al mar. El hotel es pequeño, confortable y nuestra habitación tiene un balcón con vista al mar. Isabella no ha perdido el tiempo. Se ha puesto el bikini y me ha obligado a ponerme el vestido de baño para ir a la playa. Así que estoy acá sentado sobre una toalla en esta soleada playa obervando maravillado la belleza de Isabella. De esa muchacha que me quiere, que no le importa el qué dirán. Porque el qué dirán sólo existe en nuestra inseguridad, dice ella.
El
agua del Bático es fría. Pero hoy está agradable. Bueno, más o
menos. Yo he entrado con ella al agua y me he zambullido bajo las
olas y nadado mar adentro. No muy lejos, porque este mar es
traicionero y tiene corrientes muy fuertes que se lo pueden llevar a
uno. Isabella nada a mi lado, a mi ritmo tranquilo que me permite
nadar por más tiempo. Ya no soy el nadador de San Andrés. Nos
abrazamos. Nos besamos. Nos queremos. Nos queremos demasiado. Nunca
es demasiado. Nunca es demasiado, repite Isabella cuando me habla de
lo mucho que me quiere.
Después
de un rato, yo he vuelto a la playa e Isabella se ha quedado en el
agua. Y allí es donde la estoy viendo en este momento: dorada por el
sol y por el verano, de los pies a la cabeza bella, llena de vida y
juventud. Parece una diosa, mi diosa del amor. Viene hacia mí. Se
ríe. Yo me paro sin dejar de mirarla mientras sostengo su toalla en
la mano. Llega a mí y me abraza. Me dice, mientras recuesta su
cabeza en mi pecho, que oye mi corazón hablándole al de ella. La
beso. No paro de besarla en el pelo, en la cara, en el cuello.
Isabella, la playa y este instante eterno en que somos felices.
Me
gusta el querer espontáneo de ella. Me gusta ella, su mirada
infinita que me sonríe cuando se cruza con la mía. Me gusta cuando
me coge de la mano así al descuido, cuando me besa de repente como
mil veces al día. Me gusta cuando sale corriendo y desde lejos se
voltea a mirarme y me grita que me quiere.
Me
gustan sus veinte años que todo lo abarcan y a nada le temen, su
incansable deseo de jugar, de saber, de amar y de vivir. Ese
enamorarse sin remedio de la vida que es ella. Isabella hace que la
vida me enamore.
Me
gustan sus ojos que parecen ver más allá, su sonrisa que le quita
la tristeza a cualquiera, su pelo largo que vuela y baila al ritmo de
sus movimientos, sus gestos: esa manera que tienen sus ojos de
llenarse de estrellas cuando me habla de un tema que le fascina como
su piano y los conciertos de piano. Me gusta su cara, su preciosa
cara de mujer y de inocencia. Me gusta su manera de mostrar sus
emociones y sus sentimientos, la forma de expresarse y esa manera
que hace que el alemán se oiga como un idioma cálido y enamorador.
Me
gusta como me quiere, como me hace sentir único, como duerme a mi
lado y el calor de su cuerpo que me tranquilza, su olor a durazno y a
primavera, su natural desnudez cuando camina por la casa, esa manera
que tiene de despertarme con una sonrisa y su forma interminable de
darme las buenas noches hasta bien entrada la mañana.
La
quiero porque sí, porque es ella, porque es la primavera y porque me
quiere como yo siempre quise que me quiseran.
Tenemos
setenta y dos horas para los dos. Estamos en el paraíso y somos
eternos. Nos abrazamos mientras una suave brisa nos envuelve. El sol
está en su apogeo. La arena de la playa nos cubre los pies. En este
instante somos el universo. Nos queremos y eso es todo lo que
queremos.
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