miércoles, 25 de junio de 2014

Hoy soy todo tuyo



Hoy soy todo tuyo. Te pienso, te siento, te vivo, te recuerdo, te suspiro, te extraño, te echo de menos, te quiero. Hoy eres mi todo. Hoy eres tú quien vive en mí. Hoy te quiero como si estuvieras junto a mí. Hoy me dueles por todo el cuerpo. Hoy soy pura melancolía, tristeza pura. Hoy el día es tuyo. Mi universo está detenido mirando al tuyo de cerca. Hoy el aire huele a ti. Hoy estoy enamorado. Hoy estoy solo. Hoy eres tú quien camina mi recuerdo. Hoy como siempre, te amo. 

martes, 24 de junio de 2014

Yo devoro mi existencia



"Yo devoro mi existencia con un apetito insaciable. Cómo terminará todo esto, lo ignoro." 
P. Paolo Pasolini


Esta serena calma, este aceptar que el pasado ya no
es, este no dolerme el ayer, esta alegría tranquila, este monótono vivir, este aceptar las derrotas, este disfrutar el instante, este ser yo mismo, este no aparentar ni lo bueno ni lo malo, este saber que nada es para siempre, este no tener que morirme de la dicha ni de la tristeza, esta certidumbre de que en toda gran alegría hay una sombra de tristeza y en toda gran tristeza no se extingue del todo la alegría, este despertarme maravillado de estar vivo, esta necesidad de ponerme las gafas primero que todo para poder ver, este ya no poder bailar seguido más de un cuarto de hora sin cansarme, este no querer más de lo que soy, este estar satisfecho con lo que tengo, este saber que los fracasos fueron muchos y los éxitos pocos, este al fin poder hacer lo que yo quiero, lo que yo soy, este no sentir envidia ni dolor por lo que nunca fue, este ya no tener que ser el más de los mases, este no ponerme furioso por más de dos minutos, este no importarme lo que no me importa, este caminar y caminar sin afanes, este disfrutar del bullicio de los niños del barrio disfrutando del verano, este no querer ser el mejor siempre, este no querer imponer nada a nadie, este seguir siendo un soñador, este no esperar nada distinto a que el día me envuelva y me deje ser parte de la vida, este saber que para cinco personas que yo amo soy imprescindible, este placer de tener dos amigos de verdad, este haber escogido el recuerdo de los buenos días y las mejores noches y no las diez mil cosas malas que me pasaron, este poder reírme de mí mismo y de los demás, este no dejarme apabullar por lo políticamente correcto, este negarme a llamar a los maricas gays -palabra que me parece una maricada-, este poder no ser yo cuando me aburro de mí, este decir lo que pienso y este callar lo que pienso, este haber logrado tanto sin joderme a otros, este querer a tantas amigas que me quieren, este saber todos los cuentos con los que nos quieren engañar, este dejar que la vida llueva sobre mí, este montón de cosas y ese montón de cosas que no he nombrado, yo estoy seguro de que son la horrible vejez. 

sábado, 21 de junio de 2014

Dolce far niente




Nada mejor que ser parte de la dolce far niente de un largo puente.

Madrugo a desayunar en el balcón viendo cómo la naturaleza se despereza y se llena de vida. Mientras mi esposa y yo oímos entrevistas e informes en la radio y los croasanes calientes se derriten en la boca. El jugo de naranja fresco en la mesa me espera. Disfrutamos de una  charla tranquila. Luego salimos a caminar. Nos gusta dar largas caminadas por el parque de la Rheinaue, a orillas del Rin en dirección a Königswinter o por el Villenviertel de Bad Godesberg con sus mansiones.Luego sentarnos en un Biergarten a tomar una cerveza y comer salchichas y pommes frites. Ver pasar la vida. Estar allí en medio de todo en silencio empapándonos de mundo.

Pasamos las tardes sentados uno cerca al otro leyendo libros. Estoy leyendo un best sellers de esos que me gustaban tanto a los catorce años sobre la Segunda Guerra Mundial „How far the road home“ de Alan Gifford. Un libro, sin más pretensión que entretener, sobre el amor de una joven americana y un prisionero alemán en Estados Unidos que lo único que quiere es que acabe la guerra y regresar a casa.

Soy un negado para los idiomas. Por eso me sorprende una y otra vez el que pueda leer y escuchar alemán como si fuera castellano. Como si fuera mi segunda lengua materna. Para mí es un milagro inexplicable.

Vemos anochecer en el balcón mientras los niños del vecindarion juegan en los jardines, montan en cicla, corren y se mojan con agua. La alegría de la vida hecha gritos, carreras y risas.

Y para la noche preparamos maíz pira para comerlo mientras vemos el Mundial o baílamos por el apartamento al ritmo de los Melodicos o de la Billos Caracas Boys.


Los días son interminables y maravillosos. El mundo parece estar bien y todo en orden. Pero a miles de kilómetros las guerras siguen.

Mientras en este burgués barrio de Bonn la vida está detenida en la felicidad.