Todavía no le he dicho que usted con su mirada me quita las ganas de envejecer, que me hace sonreír cuando me mira un segundo más de lo mandado. Le he contado acaso que la sueño cada vez que me descuido.
Y
es que usted tiene una manera tan bonita de mirar, de quedarse
detenida en mis ilusiones y yo ni siquiera intento evitarla. Al
contrario, yo hago lo que puedo porque usted tenga una excusa para
mirarme y sonría. Y usted últimamente pasa mucho por mi
mente y yo me siento bien cuando usted está tan cerca de mí, tanto que la
puedo tocar en mis sueños.
Le
confieso que usted tiene el don de hacer que mi vida valga la pena,
que mis días sean esplendorosos y que no se quite nunca de mi cara
la sonrisa.
Le he dicho tantas cosas en mi mente que creo que es hora de que usted sepa que la quiero.