lunes, 4 de noviembre de 2013

Cuando el otoño regresa



Cuando el otoño regresa con sus rojos, sus dorados y sus naranjas, cuando los vientos son fuertes y las lluvias se suceden una tras otra, cuando las bandadas de pájaros vuelan al sur, cuando las hojas caen sin desmayo y nos quedamos solos, sin nada salvo nuestra memoria, siento la tristeza como un coro de voces lejanas que vienen de otros mundos.

La tristeza parece el quejido de las cuerdas del chelo que ya no tocas, que has dejado olvidado en esta casa que sin ti no es nada. Me lleno de silencios que cantan, que llevan cada nota maravillosa de tu nombre y se forman canciones mudas que me siguen por donde voy.

Cuando el otoño regresa, la vida se llena de la música triste de los ausentes.

Mi olvido inolvidable




Llevo años atesorando olvidos. No sé si son sólo de amor y desamor o de alegría y tristeza . Sólo sé que son olvidos y por el espacio que ya no ocupan supongo que son muchos. Como muchas son las cosas que cada día nos pasan.

Son como un río que recorre mi memoria y la vacía de recuerdos. Una corriente que va a un lugar de mí donde sólo se acumulan olvidos. La suma de lo que ya no es en mi vida. Esa nada que dejan los hechos y las personas que alguna vez se cruzaron conmigo.

Pero tengo un olvido único y distinto. Esa  sensación de que quizá tú estás desde mucho tiempo en mi memoria, que caminas mi vida, pero que ya no me recuerdo. Ni siquiera sé con certeza si eres tú o es otra.

Pero cuando te veo algo en mí aletea, cree recordarte. Siento que es el irremediable deseo de que seas parte de mis sueños. Mi memoria, aunque no te recuerde, te extraña cuando te miro.

Al verte sé que siempre, aun si nunca te volvieras realidad, serás mi olvido inolvidable.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Pensamientos al borde de mí mismo



Me cansa esto de escribir para quién sabe quién. Me cansa esta costumbre de vivir en este mundo paralelo que cada vez más me dice menos. Me cansa no sentir interés por nada de lo que no pasa en este mundo irreal donde tantos dejan huellas que a otros no les importan.

Me cansa pensar en ella ahora que ya no está, que ya no es. 
Me cansa tener costumbres que no dejo a pesar de que ya no me importan. 
Me cansa casi todo, porque quiero salir a caminar bajo la lluvia, a desandar la noche y a dejar que la vida me envuelva al cruzar una esquina cualquiera.
Pero sobre todo me cansa contar las horas que faltan para que tú regreses a mí y me salves de esta soledad.