miércoles, 26 de junio de 2013

Monólogo del despechado


Me imagino -y sé que tienes toda la razón- que no te interesa saber qué siento por ti o si aún sueño contigo.

Tampoco te preguntarás -con qué tiempo si vives otra vida donde yo no existo- si escribo poemas para ti.

Me imagino muchas cosas; y muchas de ellas preguntan por ti. Pero sé que esas preguntas ya no te interesan, que no tienes respuestas para mí. 

Sería maravilloso cada mañana devorarse



Sería maravilloso cada mañana devorarse el uno al otro: saciarnos de piel, de besos y caricias, de nadar al otro; que no dejáramos ni rastro de deseo hasta la hora del almuerzo para poder devorarnos de nuevo, para desnudar cada pecado nuestro y convertirlo en cielo, en paraíso terrenal, antes de que salgamos en la tarde a caminar la playa y al oscurecer nadar sin nada distinto a nuestro amor mar adentro y regresar empapados de alegría, de pasión, del otro; y en la noche devorarnos una vez más lengua a lengua, fuego a fuego, caricia a caricia y beso a beso hasta altas olas de la noche.

Sería maravilloso que entre tú y yo no hubiera un mar de ausencias que nos está devorando.